PORQUÉ SÍ HAY QUE VOTAR

PORQUÉ SÍ HAY QUE VOTAR

Profr. Carlos Velázquez

En la coyuntura electoral federal intermedia del 5 de julio, se ha desatado una campaña, por todos los medios, con el claro propósito de inhibir el derecho a sufragar, aparentemente, en contra de todos los partidos, bajo el pretexto de ‘hacer útil’ el voto anulándolo. El motivo, se dice, ‘es que éste sistema no funciona y queremos cambiarlo’ (PROCESO 1700) Puesto que los partidos y los políticos son una bola de cínicos, ladrones, sinvergüenzas sin principios y ética. Saltimbanquis de la política que ‘suben y bajan’ de puestos y cambian de partido de acuerdo a sus muy particulares intereses, sin importarles la población que votó por ellos. El propósito que lleva esta acción ‘es la esperanza de que el mensaje sea de tal manera fuerte e inevitable que fuerce a los partidos a entrar en una reflexión para reformarlo’.

Lo anterior es relativamente cierto. Esta campaña ocurre en plena caída libre de la economía(recesión) del país, incrementando el desempleo, el aumento de los precios y la devaluación del peso. Recesión, que el actual gobierno del PAN insiste en culpar a la situación exterior y que arrastra a una mayor pobreza a los trabajadores del campo y la ciudad. En contraparte, se enriquece, aún más, la minoría de parásitos capitalistas nacionales y extranjeros. La situación, provoca un profundo desencanto entre la población hacia el proceso electoral en puerta, fundamentalmente entre la pequeña burguesía, en la medida que ha sido la más golpeada desde el inicio de las políticas neoliberales aplicadas desde 1982 por los gobiernos del PRI y PAN.

Mostrar el ‘músculo’ de la ciudadanía con el rechazo masivo al PAN, PRD Y PRI en las urnas, presupone, según ‘la campaña’, que hará ‘entrar en razón’ a los próximos legisladores que conformarán la próxima Cámara de Diputados. Aparentemente, la propuesta es correcta, pero en realidad es una falacia. Aclarando un poco, el trasfondo es perverso en su totalidad. Veamos por qué:

Primero, las elecciones intermedias se han caracterizado por la baja en la afluencia de votantes. En ellas, los votos sufragados son votos emanados, en su mayoría, del corporativismo que ejercen los partidos gobernantes en los tres niveles de gobierno, a través de los programas asistenciales. Cada uno hará lo imposible para llevar a las urnas ese día al mayor número de beneficiaros de los programas asistenciales. La otra parte de votos, emana del llamado ‘voto duro’ de los militantes de cada partido, que es su piso electoral. Las elecciones intermedias son, a lo sumo, plebiscitos que aprueban o no las políticas públicas de los gobiernos federales en turno. Para FCH y su partido, si los pocos indecisos que acudan a la urna y voten, considerando la situación económica por la que atraviezan, de seguro que no lo harán por ellos, menos anularán su voto.

Segundo, al igual que en las elecciones presidenciales, ésta intermedia, también tiene votantes indecisos; sin partido o beneficio de programa social alguno. No se sabe con exactitud de qué tamaño es este segmento. Para el propósito de ‘la campaña’, entre más pequeño lo sea, es mejor. Así, los cálculos electorales aproximarían, en porcentaje, a los partidos. El dilema para los promotores de ‘la campaña’, es saber que tan profundo es su impacto entre los votantes indecisos que acorte sustancialmente ese segmento. Esperemos que su impacto no sea sustancial para la votación. Si no es así, recordemos el 2006, con los comportamientos facciosos del IFE y del TRIFE, con el manipuleo de las cifras preliminares y el margen de medio punto con que sancionaron el ‘triunfo’ de FCH. En ese caso, no será difícil adivinar quien ganará la mayoría de diputados en la Cámara, para beneplácito de la burguesía mexicana y sus aliados imperiales.

Las acciones de masas amorfas, no siempre conducen a resultados favorables a ellas. La votación del 2000 es el mejor ejemplo. La propuesta al rechazo a los políticos o la mal llamada ‘clase política’ y sus partidos, parte de una premisa falsa; la reflexión y un acto de retracción de éstos por su actitud proceder ante la población y ostentación de los vergonzosos privilegios, como sus altos ingresos, entre otros. Los promotores de este acto ‘antipolítica’, ‘olvidan’ o no toman en cuenta que la población mexicana se compone de clases sociales, sujetas al sistema económico del capitalismo. Vivimos en una sociedad burguesa, misma que impone sus reglas, así como sus particulares intereses. En ese sentido, los mejores garantes de esos intereses que tienen la burguesía mexicana y sus aliados imperialistas, son ese tipo de políticos, conscientes de cual será su conducta, con sus muy raras excepciones.

Cabe preguntarse quién o quiénes se benefician con el sufragio por la anulación del voto ¿Los obreros? ¿Los campesinos? ¿Los trabajadores de servicios? ¿Los futuros legisladores? Éstos últimos reciben su paga extra, según su comportamiento posterior El sistema electoral mexicano está diseñado para que garantice la votación emitida. Se cuentan los votos válidos, que dan legalidad al proceso electoral. Los votos nulos, también legalizan el proceso. Sólo para eso se toman en cuenta y se consignan en los resultados. Su efecto, cae en el universo de la estadística. Se valida legalmente la elección y gana el candidato que tenga un voto de más. Con los votos que se emitan, existirá Poder Legislativo. Para la burguesía mexicana y sus aliados imperiales, será funcional el Poder Legislativo que se conforme. Tendrán mayoría o no, según el impacto de ‘la campaña’, para realizar las reformas y nuevas leyes que requieren para incrementar sus riquezas.

El pueblo mexicano tiene mucha historia y un futuro por construir. Mas sin embargo, adolece de una memoria bastante flaca. La construcción de la democracia en México, pasa por distintos momentos de lucha de los trabajadores del campo y la ciudad. En 1910 busca el sufragio efectivo y la no-reelección y es escamoteada su decisión. En adelante, aumenta su insistencia en la búsqueda de la democracia a através de las urnas, con el sabido resultado de los fraudes sistemáticos de los gobiernos posrevolucionarios del ‘carro completo’. En las décadas que van de los 50 a los 80s, aumentaron los esfuerzos de la población por hacer efectivo y contable su voto. Entre 1988 y el 2000, el empuje democrático de la población que sufraga en las urnas, golpea las estructuras del poder económico y da término a más de 70 años de ‘dictadura perfecta’ del PRI, con el arribo del PAN al poder ejecutivo, con las consecuencias de sobra conocidas.

Para el pueblo de México en general y en particular los trabajadores del campo y la ciudad, conquistar estos avances electorales le permitieron -no si costosos sacrificios en represión, heridos, presos, desaparecidos y muertes durante decenios- ganar derechos y plasmarlos en la Constitución, a pesar de la férrea oposición de la burguesía y sus aliados imperialistas en boca de sus corifeos legislativos, funcionarios y gobernantes del PRIAN y demás fauna política a su servicio. Estas conquistas son pasos hacia adelante, pasos progresistas hacia la implantación cabal de la democracía en México. Conquistas que están a un paso de ser tiradas a la basura, en caso de que ‘la campaña del voto nulo’ fructifique, dando un giro hacia atrás a la rueda de la historia. Por eso y en las actuales circunstancias, como una actitud progresista en vías de incrementar la democracia de la vida política y cotidiana de la población en general, SÍ HAY QUE IR A VOTAR EL 5 DE JULIO.

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