Reflexiones de Fidel Castro

Reflexiones de Fidel Castro:

Un Premio Nobel para Mrs. Clinton

El interminable documento leído ayer por el Nobel Oscar Arias es mucho
peor que los 7 puntos del acta de rendición que había propuesto el 18 de julio.

No se comunicaba con la opinión internacional a través de una clave
Morse. Hablaba delante de las cámaras de televisión que transmitían su
imagen y todos los detalles del rostro humano, que suele tener tantas
variables como las huellas digitales de una persona. Cualquier
intención mentirosa se puede descubrir con facilidad. Yo lo observaba
cuidadosamente.

Entre los televidentes, la inmensa mayoría conocía que en Honduras
tuvo lugar un golpe de Estado.  A través de ese medio se informaron de
los discursos pronunciados en la OEA, la ONU, el SICA, la Cumbre de
los No Alineados y otros foros; habían visto los atropellos, los
abusos y la represión al pueblo en actividades que llegaron a reunir
cientos de miles de personas protestando contra el golpe de Estado.

Lo más extraño es que, cuando Arias exponía su nueva propuesta de paz,
no deliraba;  creía lo que estaba diciendo.

Aunque muy pocos en Honduras podían ver las imágenes, en el resto del
mundo muchas personas lo vieron y también lo habían visto cuando él
propuso los famosos 7  puntos el 18 de julio. Sabían que el primero de
ellos decía textualmente: “La legítima restitución de José Manuel
Zelaya Rosales en la Presidencia de la República hasta el fin del
período constitucional por el cual fue electo…”

Todos deseaban saber qué diría ayer por la tarde el mediador. El
reconocimiento de los derechos del Presidente Constitucional de
Honduras, con las facultades reducidas casi a cero en la primera
propuesta, fue relegado a un sexto lugar en el segundo proyecto de
Arias, donde ni siquiera se emplea la frase “legitimar la restitución.”

Muchas personas honestas están asombradas y tal vez atribuyen a
oscuras maniobras suyas lo que dijo ayer. Quizás yo sea uno de los
pocos en el mundo que comprenda que había una autosugestión, más que
una intención deliberada en las palabras del Nobel de la Paz. Me
percaté de eso especialmente cuando Arias, con especial énfasis y
palabras entrecortadas por la emoción, habló de la multitud de
mensajes que Presidentes y líderes mundiales, conmovidos por su
iniciativa, le habían enviado. Es lo que le pasa por la cabeza; ni
siquiera se da cuenta de que otros Premios Nobel de la Paz, honestos y
modestos, como Rigoberta Menchú y Adolfo Pérez Esquivel, están
indignados por lo ocurrido en Honduras.

Sin duda alguna que gran parte de los gobiernos civiles de América
Latina, los cuales conocían que Zelaya había aprobado el primer
proyecto de Arias y confiaban en la cordura de los golpistas y sus
aliados yanquis, respiraron con alivio, el cual duró solo 72 horas.

Visto desde otro ángulo, y volviendo a las cosas que prevalecen en el
mundo real, donde el imperio dominante existe y casi 200 estados
soberanos tienen que lidiar con todo tipo de conflictos e intereses
políticos, económicos, medioambientales, religiosos y otros, solo
falta algo para premiar la genial idea yanqui de pensar en Oscar
Arias, para tratar de ganar tiempo, consolidar el golpe, y
desmoralizar a los organismos internacionales que apoyaron a Zelaya.

En el 30 Aniversario del Triunfo de la Revolución Sandinista, Daniel
Ortega recordando con amargura el papel de Arias en el primer Acuerdo
de Esquipulas, declaró ante una enorme multitud de patriotas
nicaragüenses: “Los yanquis lo conocen bien, por eso lo escogieron
como mediador en Honduras”. En ese mismo acto, Rigoberta Menchú, de
ascendencia indígena, condenó el golpe.

Si se cumplían simplemente las medidas acordadas en la reunión de
Cancilleres en Washington el golpe de Estado no habría podido
sobrevivir a la resistencia pacífica del pueblo hondureño.

Ahora los golpistas se están moviendo ya en las esferas oligárquicas
de América Latina, algunas de las cuales, desde altas posiciones
estatales, ya no se ruborizan al hablar de sus simpatías por el golpe
y el imperialismo pesca en el río revuelto de América Latina.
Exactamente lo que Estados Unidos deseaba con la iniciativa de paz,
mientras aceleraba las negociaciones para rodear de bases militares la
patria de Bolívar.

Hay que ser justos, y mientras esperamos la última palabra del pueblo
de Honduras, debemos demandar un Premio Nobel para Mrs. Clinton.

Fidel Castro Ruz
Julio 23 de 2009

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