Haití, ayudar a este país devastado cesando los intentos de controlarlo y explotarlo

Haití, ayudar a este país devastado cesando los intentos de controlarlo y explotarlo

Boletín solidario de información

Correspondencia de Prensa

14 de enero 2009

Colectivo Militante – Agenda Radical

Gaboto 1305 – Montevideo – Uruguay

redacción y suscripciones: germain5@chasque.net

Haití

Si verdaderamente queremos ayudar a este país devastado, debemos cesar los intentos de controlarlo y explotarlo

Nuestro papel en el trance haitiano

Pete Hallward

The Guardian, Londres

http://www.guardian.co.uk/

Traducido para Rebelión por José Luis Vivas

Cualquier gran ciudad del mundo habría sufrido daños considerables por un terremoto como el que asoló la capital haitiana en la tarde del martes, pero no es ningún accidente que buena parte de la ciudad de Puerto Príncipe parezca ahora una zona de guerra. Gran parte de la devastación causada por la más reciente y desastrosa calamidad que ha golpeado a Haití se comprende mejor como el resultado de una larga e infame secuencia de acontecimientos históricos causados por el hombre.

El país ya ha tenido que enfrentar más catástrofes de las que en justicia le corresponden. Cientos de personas perecieron en Puerto Príncipe por un terremoto en junio de 1770, y el gigantesco terremoto del 7 de mayo de 1842 pudo matar a 10.000 personas solamente en la ciudad norteña de Cabo Haitiano. Los huracanes golpean a la isla con regularidad, los más recientes en 2004 y 2008; las tormentas del año 2008 inundaron la ciudad de Gonaives y destruyeron la mayor parte de su frágil infraestructura, matando a más de mil personas y destruyendo varios miles de viviendas. La extensión del actual desastre puede que no se conozca hasta dentro de varias semanas. Incluso reparaciones mínimas pueden tardar años en completarse, y el impacto a largo plazo es incalculable.

Sin embargo, lo que ya está bastante claro es que ese impacto será el resultado de un proceso histórico aún más largo de debilitamiento y empobrecimiento deliberado. Haití se suele describir rutinariamente como “el país más pobre del hemisferio occidental”. Esa pobreza es el legado directo del que tal vez haya sido el sistema de explotación colonial más brutal de la historia, agravado por decenios de sistemática opresión poscolonial.

La noble “comunidad internacional” que en estos momentos se prepara con gran estruendo para enviar su “ayuda humanitaria” a Haití es en gran parte responsable de la extensión del sufrimiento que ahora quiere aliviar. Desde la invasión y ocupación norteamericana de 1925, cada tentativa política seria de permitir que el pueblo haitiano pudiera pasar (en la frase del anterior presidente Aristide) “de la miseria absoluta a la pobreza digna”, ha sido bloqueado deliberada y violentamente por el gobierno de EEUU y algunos de sus aliados.

El propio gobierno de Aristide (elegido aproximadamente por el 75% del electorado) fue la última víctima de esa injerencia al ser derrocado en 2004 por un golpe patrocinado internacionalmente en el año 2004, que mató a varios miles de personas y dejó gran parte del país hundida en resentimiento. Las ONU ha mantenido en el país desde entonces una enorme y muy onerosa fuerza militar de pacificación.

Haití es hoy un país donde, según el mejor estudio disponible, cerca de 75% de la población “vive con menos de 2 dólares al día, y el 56% -cuatro millones y medio de personas– vive con menos de 1 dólar diario”. Decenios de “ajuste” neoliberal e intervención neoimperial han despojado al país de cualquier porción significativa de capacidad para invertir en su pueblo o regular su economía. Condiciones punitivas de comercio y financiación internacional garantizan la permanencia, en un futuro previsible, de esa indigencia e impotencia como hechos estructurales de la vida haitiana.

Es exactamente esa pobreza e impotencia lo que explica la extensión del actual horror en Puerto Príncipe. Desde los últimos años de la década de los 70, un implacable asalto neoliberal a la economía agraria de Haití ha obligado a decenas de miles de pequeños agricultores a trasladarse a viviendas informales y deficientes, a menudo encaramadas en las faldas de barrancos deforestados. La selección de la gente que vive en tales lugares no es en si misma más “natural” o accidental que la extensión de las heridas que ha sufrido.

Como indica Brian Concannon, director del Instituto por la Justicia y Democracia en Haití, “esa gente llegó a esos lugares porque ellos o sus padres fueron expulsados intencionadamente de las áreas rurales por políticas de ayuda y de comercio diseñadas específicamente con la intención de crear en las ciudades una fuerza de trabajo cautiva, y por lo tanto fácil de explotar; por definición se trata de gente que no cuenta con los medios para construir casas resistentes a los terremotos”. Entretanto, la infraestructura básica de la ciudad –agua corriente, electricidad, carreteras, etc– permanece deplorablemente inadecuada, a menudo inexistente. La capacidad del gobierno para movilizar cualquier tipo de ayuda contra catástrofes es prácticamente nula.

La comunidad internacional ha gobernado efectivamente Haití desde el golpe de 2004. Los mismos países que ahora alardean con el envío de ayuda de emergencia a Haití han votado sin embargo consistentemente, durante los últimos 5 años, contra cualquier extensión del mandato de la misión de la ONU más allá de sus objetivos estrictamente militares. Propuestas para desviar parte de de estas “inversiones” hacia programas para la reducción de la pobreza o el desarrollo agrario se han bloquedado, en consonancia con las pautas de largo plazo que siguen caracterizando la “ayuda” internacional.

Las mismas tormentas que mataron a tanta gente en 2008 golpearon a Cuba con la misma fuerza, pero aquí dejaron solamente 4 muertos. Cuba ha eludido los peores efectos de las “reforma” neoliberales y su gobierno conserva la capacidad de defender a su pueblo contra los desastres naturales. Si queremos seriamente ayudar a Haití a salir de su última crisis, deberíamos tomar en consideración esos resultados. Juntamente con el envío de ayuda de emergencia, deberíamos preguntarnos qué podemos hacer para favorecer el fortalecimiento de la autodeterminación del pueblo de Haití y sus instituciones públicas. Si queremos en serio ayudar, tenemos que dejar de intentar controlar el gobierno haitiano, pacificar a sus ciudadanos, y explotar su economía. Y luego tendremos que empezar a pagar al menos una parte del destrozo que ya hemos causado.

boletín solidario de

información

Correspondencia de Prensa

14 enero 2009

Colectivo

Militante – Agenda Radical

Gaboto 1305 – Montevideo –

Uruguay

redacción y suscripciones: germain5@chasque.net

Haití

Haití pide ayuda desesperada mientras

busca a sus muertos

La ayuda humanitaria llega con cuentagotas y el desbordamiento que sufren las autoridades haitianas hacen muy complicadas las labores de rescate de los sepultados bajo los escombros y el recuento de víctimas mortales

Público, Madrid, 14-1-09

http://www.publico.es/

Todo Haití continúa dentro de su peor pesadilla. Quince segundos interminables de seísmo de 7 grados en la escala Ritcher sacudió la pasada madrugada el país antillano, el más pobre de América. Tras una noche de destrucción, millones de haitianos se han despertado sin casas, sin enseres, sin familiares. La calle se ha convertido en su único refugio.

La ayuda humanitaria llega con cuentagotas y el desbordamiento que sufren las autoridades haitianas hacen muy complicadas las labores de rescate de los sepultados bajo los escombros y el recuento de víctimas mortales.

El primer equipo de rescate y un buque procedentes de Estados Unidos ya han llegado a la isla dentro del gran operativo que el presidente estadounidense, Barack Obama, prometió enviar. Países de todo el mundo y organismos internacionales han ofrecido el envío urgente de equipos

médicos, de expertos en búsqueda de supervivientes, así como de toneladas de alimentos y medicinas, dotaciones que serán organizadas a su llegada a Haití por Naciones Unidas.

«Más de cien mil muertos»

Aunque todavía no hay cifras oficiales de fallecidos, heridos y desaparecidos, se va vislumbrando la magnitud de la catástrofe. El propio secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha señalado que «de los nueve millones de habitantes de Haití, es seguro que un tercio se ha visto afectado por el desastre» causado por el terremoto.

Las autoridades se temen que haya miles de muertos y piden ayuda inmediata.

El presidente de Haití, René Préval, ha reclamado la ayuda urgente de la comunidad internacional para afrontar la «inimaginable» catástrofe que ha podido dejar miles de muertos. Mientras, el primer ministro del país, Jean Max Bellerive, calculaba en la CNN que podría haber «más de cien mil fallecidos». «La población ha reaccionado con madurez. La gente está tratando de ayudarse unos a otros, tratando de organizarse», dijo Bellerive en la entrevista.

En sus primeras declaraciones tras el seísmo, Préval ha asegurado en una entrevista al diario The Miami Herald que él mismo ha caminado entre cuerpos aplastados y oído los gritos de las personas atrapadas en los escombros del edificio del Parlamento.

Préval avanza que puede haber miles de muertos y que se está evaluando el impacto de la catástrofe. «El Parlamento se ha hundido, el edificio de impuestos, las escuelas, los hospitales. Hay muchas escuelas derruidas con mucha gente dentro», ha relatado para añadir: «Todos los hospitales están abarrotados de gente. Es una catástrofe».

Él mismo lleva en las calles de la capital, Puerto Príncipe, desde las cinco de la mañana «tratando de entender la magnitud» de la catástrofe que ha asolado su país». Es «increíble», confesó. «Hay que verlo para

creerlo».

El presidente aseguró que la primera necesidad del país es limpiar las calles de cadáveres y atender a los heridos. «No podemos llevar a los heridos a los hospitales, están llenos».

Calles repletas de gente sin rumbo

Mientras, la realidad en Puerto Príncipe es que miles de personas deambulan por sus calles o acampan en sus plazas por temor a nuevas réplicas del terremoto y en espera de ayuda, ante la destrucción general de edificios.

En la parte alta de la ciudad, donde cientos de edificios se han derrumbado, la población se agrupa en espera de socorro, mientras tratan de colaborar en las tareas de rescate.

Tapados con sábanas se observan muchos cadáveres tendidos en el suelo por todas partes de la ciudad, mientras algunos heridos son trasladados en busca de asistencia médica con ayuda de amigos o familiares. Además, los cadáveres son evacuados por los mismos ciudadanos, que buscan un lugar donde depositarlos.

Según Kristie van de Wetering, cooperante de Oxfam en el país, la situación es «muy caótica». «Hay una capa de polvo que cubre toda la capital y podemos oir a la gente pidiendo ayuda desde todos los rincones. Se están produciendo réplicas y la gente está muy nerviosa», relató en un comunicado.

El presidente legítimo de Honduras, ManuelZelaya, instó a los presidentes de Centroamérica a trabajar junto a él, para conseguir la derrota de la «dictadura disfrazada» presente en su nación, y de esa manera aniquilar los principios antidemocráticos que se pretenden dejar como precedente en la región, tras el golpe de Estado que lo sacó del poder.

Zelaya, por medio de un comunicado, recordó que «en el pasado juntos

enfrentamos y solucionamos grandes conflictos en Centroamérica», por lo

que remarcó que «el surgimiento de la violencia militar en la vida

cívica de nuestras naciones, en colusión política con las fuerzas más

conservadoras del Continente Americano, representan un grave riesgo para

la paz y la integración».

El mandatario centroamericano anexó al texto, los principales resultados

de tres años y medio de su gobierno, entre los cuales resaltó que se

logró el más alto crecimiento económico en 29 años de la historia

democrática de Honduras.

A continuación se transcribe el texto íntegro del presidente José Manuel

Zelaya Rosales:

Señores

Presidentes de

Centroamérica

Sus Excelencias:

Cuando Adolf Hitler, organizaba el ejército mas poderoso del mundo,

muchos guardaron silencio y nadie reaccionaba con el brío y arresto

necesario, posteriormente, invadió Austria, Checolosvaquia, Polonia,

Holanda, Finlandia, Francia, bombardeó Inglaterra, desbastó Rusia, el

precio que tuvo que pagar la humanidad fue la destrucción de Europa, mas

de 60 millones de vidas humanas, y el holocausto de 6 millones de judíos

perseguidos por sus ideas, su raza y religión.

Debemos actuar con diligencia para que la historia brutal de guerras, de

violencia con fusiles, golpes de estado con secuelas de muertes y sangre

que creímos superada en Centro América, no regrese.

El Golpe de Estado del 28 de junio en Honduras, apoyada por las fuerza

mas conservadoras de este continente, marca el retorno violento de las

castas militares a la vida cívica de nuestros estados, provocando la

ruptura de un gobierno democrático Centroamericano y la mayor crisis

política desde la guerras civiles de los 80, que mantiene paralizado el

progreso y la integración regional.

El asalto a mi residencia a las 5 de la mañana con bayoneta calada, a

punta de balazos por miembros del ejército, mi secuestro y destierro a

Costa Rica, la conspiración político-militar del Congreso Nacional con la

Corte Suprema de Justicia, sin haber sido citado a Tribunal alguno, sólo

fue el inicio del salvajismo y el terror, como mecanismos para detener

las transformaciones y los cambios sociales que impulsamos a través de la

ley de participación ciudadana.

Más de 4,234 personas con múltiples violaciones comprobadas a los

derechos humanos, 130 asesinatos de miembros de la resistencia, de los

cuales 106 han sido efectuados durante los toques de queda, 5 jóvenes

asesinados por los militares en las manifestaciones pacíficas, 453

lesionados y torturados, 3033 detenciones ilegales, 14 medios de

comunicación amenazados, dos de los cuales radio globo y canal 36

cerradas sus transmisiones y ocupadas militarmente, cientos de amenazas a

muerte, actualmente 114 presos políticos, cerco militar y agresiones

químicas y subsónicas contra mi persona, en la embajada de Brasil.

Señores Presidentes: Esta es la trágica y cruda realidad antidemocrática

que vive hoy el pueblo hondureño, en el pasado juntos enfrentamos y

solucionamos grandes conflictos en Centroamérica, hoy el surgimiento de

la violencia militar en la vida cívica de nuestras naciones, en colusión

política con las fuerzas más conservadoras del Continente Americano,

representan un grave riesgo para la paz y la integración.

El pueblo hondureño en resistencia ha realizado una gesta pacifica y

heroica, ha puesto una gran cuota de sacrificio. Los presidentes de

Centroamérica frente a estos hechos, tenemos que asumir nuestra propia

responsabilidad como pueblos hermanos, especialmente ahora que ha quedado

plenamente demostrado que no obstante los valiosos esfuerzos diplomáticos

de la comunidad internacional, al dividirse, ha demostrado su impotencia

para defender la carta democrática y un gobierno electo por el pueblo,

fracasando en reconstruir el estado de derecho en Honduras.

«Las elecciones son insuficientes para recuperar la democracia», lo

manifestó el Sub-Secretario para el Hemisferio Occidental, Señor Arturo

Valenzuela.

Sólo participó el 35% de los hondureños inscritos en el Censo Electoral,

lo que podemos demostrar científicamente, (éstas se realizaron bajo

represión). Por primera vez en la historia de América Latina el Gobierno

de Los Estados Unidos de América unilateralmente, sin la OEA ni la ONU

apoya un proceso tutelado por los mismos personajes y los mismos

militares usurpadores, sin acuerdo político y sin observadores

calificados de la ONU, OEA y UE.

¿Que legitimidad tiene ésto para Ustedes? Las consideran suficiente para

recuperar la democracia en Honduras, conociendo las circunstancias en que

se realizaron y que todas las instituciones que ejecutaron el golpe de

estado continúan vigentes: la cúpula militar, los Diputados, la Corte

Suprema de Justicia, el Fiscal General del Estado, que siguen ejerciendo

el poder durante éste y los próximos 4 años, es decir, todo el próximo

periodo de gobierno.

Señores Presidentes: hay que actuar ¡ahora! con firmeza, en nuestras

manos los pueblos han confiado su destino frente al abuso, después será

demasiado tarde para lamentarnos. Detener estos actos criminales contra

nuestras democracias es una obligación moral para todo centroamericano,

hacer justicia es la tarea para sentar precedentes frente a la impunidad

de un golpe de estado, es una obligación inexorable de todas los

gobiernos del continente americano, no podemos guardar silencio o

permitir que por la impunidad promovida por intereses particulares, estos

actos de violencia se repitan en alguno de nuestros países.

Señores Presidentes: Estoy totalmente seguro que mientras no cambien las

condiciones actuales, Ustedes no querrán comprometer su investidura

apoyando una dictadura disfrazada. Los pueblos Centroamericanos no se

merecen este terrible precedente antidemocrático.

Siendo época de aniversario del nacimiento del redentor del mundo, envió

mi más sinceros saludos para que junto a su familia reciban las

bendiciones del arquitecto del universo y que el próximo año sea de

prosperidad para nuestras naciones.

JOSE MANUEL ZELAYA ROSALES

Presidente de la República de Honduras

Anexo: PRINCIPALES RESULTADOS DE TRES AÑOS Y MEDIO DE MI GOBIERNO

teleSUR – presidenciahondureña / ld – MM

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