Cineasta Juan Carlos Cremata señala; «Muchos en EEUU no saben que en su país andan sueltos terroristas confesos»

Prensa Latina, Traverse city, Michigan agosto 2 – Los asistentes a un conversatorio sobre el arte fílmico cubano convocado por el Festival de Cine de Traverse City, en el estado de Michigan, se mostraron conmovidos al saber que Estados Unidos protege a dos terroristas confesos que gozan de libertad en la Florida.

Al intervenir en el coloquio, Juan Carlos Cremata, que llevó su filme Viva Cuba, codirigido por Iraida Malberti, contó: «mi padre fue cruelmente asesinado en la flor de su vida en un atentado contra un avión de Cubana de Aviación en 1976 y sin embargo dos de los asesinos confesos de mi padre (Orlando Bosch y Luis Posada Carriles) caminan impunemente por Miami».

Carlos Cremata Trujillo, trabajador de la aerolínea cubana, falleció el 6 de octubre de 1976 a los 41 años de edad, junto a otros 72 pasajeros y tripulantes, al detonar en el aire la nave cubana cerca de las costas de Barbados.

Michael Moore, célebre documentalista y principal promotor del festival, inició el diálogo con una pregunta a la audiencia: «¿Qué nos han hecho los cubanos al pueblo norteamericano para que se desate un bloqueo tan feroz durante ya más de 50 años y que ha mantenido no solamente alejados sino casi desconocidos a dos países tan cercanos geográfica, social, cultural e históricamente?»

Fue entonces cuando Cremata, además de hablar de su experiencia como familiar de una víctima del terrorismo, se refirió a las trabas interpuestas por sucesivas administraciones de la Casa Blanca al libre intercambio entre EE.UU. y Cuba.

Moore indagó en la audiencia si alguien conocía algo sobre la voladura del avión cubano y de la presencia y vida pública de Bosch y Posada en Miami. El silencio fue sepulcral, pero respetuoso. De ello no se habla en los grandes medios de un país que blasona el liderazgo de una cruzada antiterrorista en el mundo e invade lejanos países bajo ese pretexto.

Entonces empezaron a llover las preguntas e intervenciones en una sala repleta de personas queriendo saber más. Y, por supuesto, se habló de cómo se hace cine en Cuba, se vive y crea en una pequeña isla que aún teniendo serios problemas económicos no deja de producir artistas.

Mirtha Ibarra contó sus experiencias como actriz, y al lado de su esposo Tomás Gutiérrez Alea (Titón). Rosa María Rovira, de la Dirección de Relaciones Internacionales del ICAIC, ofreció un panorama de la producción cinematográfica, dentro y fuera de la institución, destacando la fuerte presencia del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano que se celebra cada año en La Habana, así como del apoyo que se ofrece a los noveles directores, a través de la Muestra de Jóvenes Realizadores, y a la creación con modelos alternativos de producción.

Ian Padrón, por su parte, relató su formación en el ICAIC y la carrera que ha venido desarrollando al margen de la institución, la cual ha contado con el respaldo de la crítica y el público.

La amistosa conversación derivó en una pregunta lanzada desde la audiencia: ¿Cómo puede educarse al público norteamericano para que vea más películas diferentes, de culturas diferentes y en especial, las películas cubanas?

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