Fidel Castro Ruz: La aplastante victoria de Daniel y el FSLN

Reflexiones de Fidel Castro:

La aplastante victoria de Daniel y el FSLN

(El líder de la Revolución Cubana se refiere a la aplastante victoria
de Daniel Ortega y el FSLN de Nicaragua en la elección general del
domingo 6 de noviembre, resalta los valores del presidente
nicaragüense, y afirma que los países pequeños podemos y debemos
ejercer nuestros derechos a la independencia, la cooperación, el
desarrollo y la paz)

Avisotv.- El domingo 6 de noviembre hubo una elección general, en
la que Daniel Ortega y el FSLN de Nicaragua obtuvieron una aplastante victoria.

Quiso el azar, que al otro día se cumpliera el 94 aniversario de la
gloriosa Revolución Socialista Soviética. Páginas imborrables de la
historia fueron escritas por obreros, campesinos y soldados rusos, y
el nombre de Lenin brillará siempre entre los hombres y mujeres que
sueñan con un destino justo para la humanidad.

Estos temas que son cada vez más complejos, y nunca serán suficientes
los esfuerzos que se inviertan para educar a las nuevas generaciones.
Dedico hoy por ello, un espacio para comentar este hecho, en medio de
tantos que ocurren diariamente en el planeta y de los que llegan
noticias por un número creciente de vías apenas imaginadas hace unas décadas.

Debo decir que las elecciones en Nicaragua fueron al estilo
tradicional y burgués, que nada tiene de justo o equitativo, ya que
los sectores oligárquicos, de carácter antinacional y proimperialistas
disponen como norma del monopolio de los recursos económicos y
publicitarios, que en general, y de modo especial en nuestro
hemisferio, están al servicio de los intereses políticos y militares
del imperio, lo cual resalta la magnitud de la victoria sandinista.

Es una verdad que se conoce bien en nuestra Patria desde que Martí
cayó en Dos Ríos, el 19 de mayo de 1895, para “impedir a tiempo con la
independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados
Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de
América”. No nos cansaremos nunca de repetirlo, especialmente después
que nuestro pueblo ha sido capaz de soportar duramente medio siglo de
bloqueo económico sostenido y las más brutales agresiones de ese imperio.

No es sin embargo el odio lo que mueve a nuestro pueblo, son las
ideas. De ellas nació nuestra solidaridad con el pueblo de Sandino, el
General de hombres libres, cuyos hechos leíamos con admiración, cuando
hace ya más de 60 años éramos estudiantes universitarios y sin las
maravillosas perspectivas culturales de los que dentro de pocos días,
junto a los de la enseñanza media, participarán en lo que ya es
hermosa tradición: el Festival Universitario del Libro y la Lectura.

La muerte heroica del héroe nicaragüense, que luchó contra los
ocupantes yankis de su territorio, fue siempre una fuente de
inspiración para los revolucionarios cubanos. Nada tiene de extraño,
nuestra solidaridad con el pueblo nicaragüense, expresada desde los
primeros días del triunfo revolucionario en Cuba, el 1º de Enero de 1959.

El diario Granma nos recordaba ayer día 8 la caída heroica en
noviembre de 1976, apenas dos años y medio antes del triunfo, del
fundador del FSLN Carlos Fonseca Amador, “tayacán vencedor de la
muerte”, como dice una bella canción escrita en su memoria “novio de
la Patria Rojinegra, Nicaragua entera te grita presente”.

A Daniel lo conozco bien; nunca adoptó posiciones extremistas y fue
siempre invariablemente fiel a principios básicos. Responsabilizado
con la Presidencia a partir de una dirección política colegiada, se
caracterizó por su conducta respetuosa ante los puntos de vista de los
compañeros de tendencias surgidas dentro del Sandinismo en determinada
etapa de la lucha antes del triunfo. Se convirtió así en un factor de
unidad entre los revolucionarios y sostuvo constantes contactos con el
pueblo. A eso se debió la gran ascendencia que adquirió entre los
sectores más humildes de Nicaragua.

La profundidad de la Revolución Sandinista le ganó el odio de la
oligarquía nicaragüense y el imperialismo yanki.

Los crímenes más atroces se llevaron a cabo contra su país y su
pueblo, en la guerra sucia que Reagan y Bush promovieron desde la
presidencia y la Agencia Central de Inteligencia.

Numerosas bandas contrarrevolucionarias fueron organizadas, entrenadas
y suministradas por ellos; el tráfico de drogas se convirtió en
instrumento de financiación de la contrarrevolución y decenas de miles
de armas introducidas en el país ocasionaron la muerte o la mutilación
de miles de nicaragüenses.

Los sandinistas mantuvieron las elecciones en medio de aquella
desigual e injusta batalla.

A esta situación se añadió el derrumbe del campo socialista, la
inminente desintegración de la URSS y el inicio del Periodo Especial
en nuestra Patria. En tan difíciles circunstancias y a pesar del apoyo
mayoritario del pueblo nicaragüense, expresado en todos los sondeos de
opinión, se hizo imposible una elección victoriosa.

El pueblo nicaragüense se vio obligado a soportar nuevamente casi 17
años de gobiernos corrompidos y proimperialistas. Los índices de
salud, alfabetización y justicia social instaurados en Nicaragua,
comenzaron a descender dolorosamente. No obstante, los revolucionarios
sandinistas bajo la dirección de Daniel continuaron su lucha a lo
largo de aquellos amargos años, y de nuevo el pueblo recuperó el
gobierno, aunque en condiciones sumamente difíciles que exigían el
máximo de experiencia y sabiduría política.

Cuba continuaba bajo el brutal bloqueo yanki, sufriendo además las
duras consecuencias del Periodo Especial y la hostilidad de uno de los
peores asesinos que ha gobernado a Estados Unidos, George W. Bush, el
hijo del padre que había promovido la guerra sucia en Nicaragua, la
libertad del terrorista Posada Carriles para distribuir armas entre
los contrarrevolucionarios de Nicaragua e indultó a Orlando Bosch, el
otro autor del Crimen de Barbados.

Una nueva etapa se iniciaba sin embargo en nuestra América con la
Revolución Bolivariana en Venezuela y el ascenso al poder en Ecuador,
Bolivia, Brasil, Uruguay, Argentina y Paraguay, de gobiernos
comprometidos con la independencia y la integración de los pueblos
latinoamericanos.

Con satisfacción puedo afirmar además, que la solidaridad de Cuba con
la patria de Sandino jamás cesó en el campo de la solidaridad política
y social. Debo señalar con toda justicia que Nicaragua fue de los
países que mejor utilizó la colaboración de Cuba en la salud y la educación.

Los miles de médicos que han prestado sus servicios en ese heroico
país hermano, se sienten realmente estimulados por el excelente uso y
el empleo que los sandinistas han dado a sus esfuerzos. Lo mismo puede
afirmarse con relación a los miles de maestros que un día en la
primera fase del proceso mandaron a las más apartadas montañas para
enseñar a leer y escribir a los campesinos. Hoy las experiencias
educativas en general, y de modo especial las prácticas de la
enseñanza médica derivadas de la Escuela Latinoamericana de Medicina,
donde se forman miles de excelentes médicos, han sido trasladadas a
Nicaragua. Tales realidades constituyen un excelente estímulo para
nuestro pueblo.

Estos detalles que menciono no constituyen más que un ejemplo del
fecundo esfuerzo de los revolucionarios sandinistas en pro del
desarrollo de su Patria.

Lo fundamental del papel de Daniel y la razón a mi juicio de su
aplastante victoria, es que nunca se apartó de los contactos con el
pueblo y la incesante lucha por su bienestar.

Es hoy un líder verdaderamente experimentado que fue capaz de manejar
situaciones complejas y difíciles a partir de los años en que su país
estuvo de nuevo bajo la égida del capitalismo rapaz. Sabe manejar
problemas complicados de forma inteligente, lo que puede o no puede,
lo que debe o no debe hacer para garantizar la paz y el avance
sostenido del desarrollo económico y social del país. Conoce muy bien
que a su pueblo heroico y valiente debe la arrolladora victoria, por
su amplia participación y casi dos tercios de los votos a su favor.
Fue capaz de vincularse estrechamente con los obreros, los campesinos,
los estudiantes, los jóvenes, las mujeres, los técnicos, los
profesionales, los artistas y todos los sectores y fuerzas
progresistas que sostienen y hacen avanzar al país. Es a mi criterio
muy correcto el llamamiento a todas las fuerzas políticas democráticas
dispuestas a trabajar por la independencia y el desarrollo económico y
social del país.

En el mundo actual los problemas son sumamente complejos y difíciles.
Pero mientras el mundo exista los países pequeños podemos y debemos
ejercer nuestros derechos a la independencia, la cooperación, el
desarrollo y la paz.

Fidel Castro Ruz
Noviembre 9 de 2011

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