Reflexiones de Fidel Castro: La Guerra inevitable de la OTAN (Primera Parte) 

Reflexiones de Fidel Castro:

La Guerra inevitable de la OTAN

(El líder de la Revolución Cubana afirma que el imperialismo y la OTAN 
—seriamente preocupados por la ola revolucionaria desatada en el mundo 
árabe, donde se genera gran parte del petróleo que sostiene la 
economía de consumo de los países desarrollados y ricos— no podían 
dejar de aprovechar el conflicto interno surgido en Libia para 
promover la intervención militar)

A diferencia de lo que ocurre en Egipto y Túnez, Libia ocupa el primer 
lugar en el Índice de Desarrollo Humano de África y tiene la más alta 
esperanza de vida del Continente. La educación y la salud reciben 
especial atención del Estado. El nivel cultural de su población es sin 
dudas más alto.  Sus problemas son de otro carácter. La población no 
carecía de alimentos y servicios sociales indispensables. El país 
requería abundante fuerza de trabajo extranjera para llevar a cabo 
ambiciosos planes de producción y desarrollo social.

Por ello suministraba empleo a cientos de miles de trabajadores 
egipcios, tunecinos, chinos y de otras nacionalidades. Disponía de 
enormes ingresos y reservas en divisas convertibles depositadas en los 
bancos de los países ricos, con las cuales adquirían bienes de consumo 
e incluso, armas sofisticadas que precisamente le suministraban los 
mismos países que hoy quieren invadirla en nombre de los derechos humanos.

La colosal campaña de mentiras, desatada por los medios masivos de 
información, dio lugar a una gran confusión en la opinión pública 
mundial. Pasará tiempo antes de que pueda reconstruirse lo que 
realmente ha ocurrido en Libia, y separar los hechos reales de los 
falsos que se han divulgado.

Emisoras serias y prestigiosas, como Telesur, se veían obligadas a 
enviar reporteros y camarógrafos a las actividades de un grupo y a las 
del lado opuesto, para informar lo que realmente ocurría.

Las comunicaciones estaban bloqueadas, los funcionarios diplomáticos 
honestos se jugaban la vida recorriendo barrios y observando 
actividades, de día o de noche, para informar lo que estaba 
ocurriendo. El imperio y sus principales aliados emplearon los medios 
más sofisticados para divulgar informaciones deformadas sobre los 
acontecimientos, entre las cuales había que inferir los rasgos de la verdad.

Sin duda alguna, los rostros de los jóvenes que protestaban en 
Bengasi, hombres, y mujeres con velo o sin velo, expresaban indignación real.

Se puede apreciar la influencia que todavía ejerce el componente 
tribal en ese país árabe, a pesar de la fe musulmana que comparte 
sinceramente el 95% de su población.

El imperialismo y la OTAN -seriamente preocupados por la ola 
revolucionaria desatada en el mundo árabe, donde se genera gran parte 
del petróleo que sostiene la economía de consumo de los países 
desarrollados y ricos- no podían dejar de aprovechar el conflicto 
interno surgido en Libia para promover la intervención militar. Las 
declaraciones formuladas por la administración de Estados Unidos desde 
el primer instante fueron categóricas en ese sentido.

Las circunstancias no podían ser más propicias. En las elecciones de 
noviembre la derecha republicana propinó un golpe contundente al 
Presidente Obama, experto en retórica.

El grupo fascista de “misión cumplida”, apoyado ahora ideológicamente 
por los extremistas del Tea Party, redujo las posibilidades del actual 
Presidente a un papel meramente decorativo, en el que peligraba 
incluso su programa de salud y la dudosa recuperación de la economía, 
a causa del déficit presupuestario y el incontrolable crecimiento de 
la deuda pública, que batían ya todos los records históricos.

Pese al diluvio de mentiras y la confusión creada, Estados Unidos no 
pudo arrastrar a China y la Federación Rusa a la aprobación por el 
Consejo de Seguridad de una intervención militar en Libia, aunque 
logró en cambio obtener, en el Consejo de Derechos Humanos, la 
aprobación de los objetivos que buscaba en ese momento. Con relación a 
una intervención militar, la Secretaria de Estado declaró con palabras 
que no admiten la menor duda: “ninguna opción está descartada”.

El hecho real es que Libia está ya envuelta en una guerra civil, como 
habíamos previsto, y nada pudo hacer Naciones Unidas para evitarlo, 
excepto que su propio Secretario General regara una buena dosis de 
combustible en el fuego.

El problema que tal vez no imaginaban los actores es que los propios 
líderes de la rebelión irrumpieran en el complicado tema declarando 
que rechazaban toda intervención militar extranjera.

Diversas agencias de noticias informaron que Abdelhafiz Ghoga, 
portavoz del Comité de la Revolución declaró el lunes 28 que “‘El 
resto de Libia será liberado por el pueblo libio’”.

“Contamos con el ejército para liberar Trípoli’ aseguró Ghoga durante 
el anuncio de la formación de un ‘Consejo Nacional’ para representar a 
las ciudades del país en manos de la insurrección.”

“‘Lo que queremos es informaciones de inteligencia, pero en ningún 
caso que se afecte nuestra soberanía aérea, terrestre o marítima’, 
agregó, durante un encuentro con periodistas en esta ciudad situada 
1.000 km al este de Trípoli.”

“La intransigencia de los responsables de la oposición sobre la 
soberanía nacional reflejaba la opinión manifestada en forma 
espontánea por muchos ciudadanos libios a la prensa internacional en 
Bengasi”, informó un despacho de la agencia AFP el pasado lunes.

Ese mismo día, una profesora de Ciencias Políticas de la Universidad 
de Bengasi, Abeir Imneina, declaró:

“Hay un sentimiento nacional muy fuerte en Libia.”

“‘Además, el ejemplo de Irak da miedo al conjunto del mundo árabe’, 
subraya, en referencia a la invasión norteamericana de 2003 que debía 
llevar la democracia a ese país y luego, por contagio, al conjunto de 
la región, una hipótesis totalmente desmentida por los hechos.”

Prosigue la profesora:

“‘Sabemos lo que pasó en Irak, es que se encuentra en plena 
inestabilidad, y verdaderamente no deseamos seguir el mismo camino. No 
queremos que los norteamericanos vengan para tener que terminar 
lamentando a Gadafi’, continuó esta experta.”

“Pero según Abeir Imneina, ‘también existe el sentimiento de que es 
nuestra revolución, y que nos corresponde a nosotros hacerla’.”

A las pocas horas de publicarse este despacho, dos de los principales 
órganos de prensa de Estados Unidos, The New York Times y The 
Washington Post, se apresuraron en ofrecer nuevas versiones sobre el 
tema, de lo cual informa la agencia DPA al día siguiente 1º de marzo: 
“La oposición libia podría solicitar que Occidente bombardee desde el 
aire posiciones estratégicas de las fuerzas fieles al presidente 
Muamar al Gadafi, informa hoy la prensa estadounidense.”

“El tema está siendo discutido dentro del Consejo Revolucionario 
libio, precisan ‘The New York Times’ y ‘The Washington Post’ en sus 
versiones online.”

“‘The New York Times’ acota que estas discusiones ponen de manifiesto 
la creciente frustración de los líderes rebeldes ante la posibilidad 
de que Gadafi retome el poder”.

“En el caso de que las acciones aéreas se realicen en el marco de las 
Naciones Unidas, éstas no implicarían intervención internacional, 
explicó el portavoz del consejo, citado por ‘The New York Times’.”

“El consejo está conformado por abogados, académicos, jueces y 
prominentes miembros de la sociedad Libia.”

Afirma el despacho:

“‘The Washington Post’ citó a rebeldes reconociendo que, sin el apoyo 
de Occidente, los combates con las fuerzas leales a Gadafi podrían 
durar mucho y costar gran cantidad de vidas humanas.”

Llama la atención que en esa relación no se mencione un solo obrero, 
campesino, constructor, alguien relacionado con la producción material 
o a un joven estudiante o combatiente de los que aparecen en las 
manifestaciones. ¿Por qué el empeño en presentar a los rebeldes como 
miembros prominentes de la sociedad reclamando bombardeos de Estados 
Unidos y la OTAN para matar libios?

Algún día se conocerá la verdad, a través de personas como la 
profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Bengasi, que con 
tanta elocuencia narra la terrible experiencia que mató, destruyó los 
hogares, dejó sin empleo o hizo emigrar a millones de personas en Iraq.

Hoy miércoles dos de marzo, la Agencia EFE presenta al conocido vocero 
rebelde haciendo declaraciones que, a mi juicio, afirman y a la vez 
contradicen las del lunes: “Bengasi (Libia), 2 de marzo. La dirección 
rebelde libia pidió hoy al Consejo de Seguridad de la ONU que lance un 
ataque aéreo ‘contra los mercenarios’ del régimen de Muamar el Gadafi.”

“‘Nuestro Ejército no puede lanzar ataques contra los mercenarios, por 
su papel defensivo’, afirmó el portavoz rebelde Abdelhafiz Ghoga en 
una conferencia de prensa en Bengasi.”

“‘Es diferente un ataque aéreo estratégico que una intervención 
extranjera, que rechazamos’, recalcó el portavoz de las fuerzas de 
oposición, que en todo momento se han mostrado en contra de una 
intervención militar extranjera en el conflicto libio”.

¿A cuál de las muchas guerras imperialistas se parecería esta?

¿La de España en 1936, la de Mussolini contra Etiopía en 1935, la de 
George W. Bush contra Iraq en el año 2003 o a cualquiera de las 
decenas de guerras promovidas por Estados Unidos contra los pueblos de 
América, desde la invasión de México en 1846, hasta la de Las Malvinas en 1982?

Sin excluir, desde luego, la invasión mercenaria de Girón, la guerra 
sucia y el bloqueo a nuestra Patria a lo largo de 50 años, que se 
cumplirán el próximo 16 de abril.

En todas esas guerras, como la de Vietnam que costó millones de vidas, 
imperaron las justificaciones y las medidas más cínicas.

Para los que alberguen alguna duda, sobre la inevitable intervención 
militar que se producirá en Libia, la agencia de noticias AP, a la que 
considero bien informada, encabezó un cable publicado hoy, en el que 
se afirma: “Los países de la Organización del Tratado del Atlántico 
(OTAN) elaboran un plan de contingencia tomando como modelo las zonas 
de exclusión de vuelos establecidas sobre los Balcanes en la década de 
1990, en caso de que la comunidad internacional decida imponer un 
embargo aéreo sobre Libia, dijeron diplomáticos”.

Más adelante concluye: “Los funcionarios, que no podían dar sus 
nombres debido a lo delicado del asunto, indicaron que las opciones 
que se observan tienen punto de partida en la zona de exclusión de 
vuelos que impuso la alianza militar occidental sobre Bosnia en 1993 
que contó con el mandato del Consejo de Seguridad, y en los bombardeos 
de la OTAN por Kosovo en 1999, QUE NO LO TUVO”.

Prosigue mañana.

Fidel Castro Ruz
Marzo 2 de 2011

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