¡Defensa de la nación y de los derechos democráticos del pueblo de Honduras!

Abajo el golpe de estado militar!
¡Defensa de la nación y de los derechos democráticos del pueblo de Honduras!

El domingo 28 de junio de 2009, dos horas antes
de la consulta popular organizada por el
presidente Manuel Zelaya y respaldada por 400 mil
firmas, con la finalidad de convocar a una
Asamblea Constituyente, el estado mayor del
ejército organizó un golpe de estado, tomó como
prisioneros al presidente y a su esposa y los
expulsó del país.

Los golpistas también arrestaron a Patricia
Rodas, ministra de relaciones exteriores, y
expulsaron a los embajadores de Cuba, Venezuela y
Nicaragua.

Desde el momento en que la consulta popular fue
convocada, la oligarquía hondureña, aliada de las
grandes multinacionales y de la embajada
norteamericana, así como el estado mayor del
ejército formado en la Escuela de las Américas,
institución sostenida por Estados Unidos,
hicieron todo lo necesario para impedir que se
llevara a cabo.

Reunieron por la fuerza a la Asamblea de la
República, para dar a conocer a los diputados un
mensaje apócrifo de renuncia del presidente
Zelaya. La Asamblea de la República fue forzada a
designar como presidente interino a Roberto
Micheletti, hasta entonces presidente del
congreso,.
El nuevo «presidente» de inmediato decretó el
estado de sitio para impedir las manifestaciones
de miles y miles de trabajadores y jóvenes que se
dirigían al palacio presidencial.

Al mismo tiempo, el Bloque Popular Sindical, que
agrupa a los principales sindicatos del país, por
medio de su vocero Ángel Alvarado, convocó a la
huelga general a partir del lunes para exigir la
restitución de Zelaya en el poder.

Unas horas después, el presidente Hugo Chávez
llamó a todos los mandatarios que componen la
Alianza Bolivariana (ALBA), opuesta al ALCA que
promueve el gobierno de Estados Unidos, a un
encuentro en Managua. La cumbre se realizó el
lunes 29 con la asistencia de Evo Morales de
Bolivia, Daniel Ortega de Nicaragua, Hugo Chávez
de Venezuela, Rafael Correa de Ecuador y Manuel
Zelaya de Honduras. La reunión declaró su apoyo
incondicional a Zelaya, condenó el golpe de
estado, decidió retirar a sus embajadores de
Tegucigalpa. Llamó a los demás gobiernos
latinoamericanos a adoptar medidas del mismo
tipo. Hoy todos los gobiernos latinoamericanos ya
han condenado el golpe de estado.

Frente al rechazo del golpe, Hillary Clinton,
secretaria de Estado de EU, declaró en nombre de
su gobierno que «Estados Unidos no reconoce a
otro presidente que no sea Zelaya», después de
que Obama había llamado a las partes a entablar
un «diálogo» con lo que daba legitimidad al golpe.
Todos los pueblos de América se identifican con
el combate de la nación hondureña.
Desde hacía 100 años, Honduras no había conocido
un gobierno verdaderamente democrático y
nacional, capaz de adoptar medidas independientes
del imperialismo y las multinacionales,
especialmente con relación a las bananeras, que
son las que controlan la mayor parte de la
producción nacional.

La oligarquía hondureña y las instituciones
surgidas de la constitución de 1982 que fue
dictada por Ronald Reagan, son como en algunos
otros países,, meros instrumentos de la embajada
norteamericana.

Los cambios radicales que se viven en todo el
continente, los procesos revolucionarios en
Venezuela y Bolivia y las crisis políticas que
sacuden a todos los países, incluido Estados
Unidos, vuelven más vigente que nunca la lucha
por la emancipación de los trabajadores y de las
naciones.
Más allá de las formas que presenta la lucha por
la constituyente en Honduras, en esa demanda se
identifican las aspiraciones de la mayoría de los
trabajadores y de los campesinos que buscan
deshacerse de la oligarquía y del poder de las
multinacionales y reapropiarse de sus riquezas
naturales, en especial de la tierra.

Es el combate en que se reconocen los diferentes
pueblos que luchan por la renacionalización o el
mantenimiento de la nacionalización del petróleo,
las empresas mineras y estratégica, por
verdaderas reformas agrarias y por conquistas
sociales y democráticas.

Desde el punto de vista de la Cuarta
Internacional, ese combate se inscribe en la
lucha por la unión de las naciones soberanas de
América Latina y el Caribe, en solidaridad
estrecha con los trabajadores, con la mayoría
oprimida y las organizaciones obreras
norteamericanas, unión de naciones liberadas de
todas las formas de opresión y explotación, sobre
la base del desmantelamiento de los tratados de
libre comercio, de la renacionalización de las
empresas estratégicas, de la expropiación de los
grandes bancos y las multinacionales y la reforma
agraria.
Este es el contenido del combate por la Constituyente en Honduras.

¡Abajo la dictadura militar, abajo la tentativa de golpe de estado!
¡Solidaridad con los trabajadores y el pueblo hondureño!

Buró Panamericano de la Cuarta Internacional
1 de julio de 2009.

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