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                CRIMEN Y CASTIGO (o Lázaro, levántate ¡ya eres libre!) (*)
 
(*) Estimados cuatro o cinco lectores (as), por motivos familiares ando ausente de chilangoladia. Pero no por ello, dejo de compartirles algo. En esta ocasión compártoles el presente relato. Me lo mandaron y lo envío tal cual. Es otro caso real. Y a mis estimados cuates Encinas y cia., que batallan en el Estado de México, deséoles suerte el domingo 3 de julio, digo, por si no hallan alguna varita mágica que les haga triunfar.
Va el relato:    
“Dostoievsky es un autor que me impresiona, me deja mudo y puedo decir que leer su gran novela “Crimen y…” para mí fue una especie de catarsis. Su principal personaje Raskólnikof, con quién me identifico por varias razones, sufre el peor de los castigos que no es necesariamente físico, ni aplicado por los “otros”, sino el castigo de su propia conciencia de culpa. ¿Acaso creemos que al cometer una falta y evadir la ley penal, nos libramos del castigo? Parece que no. Yo he cometido faltas pequeñas y graves que, independientemente del castigo, se han ido reflejando en mi conciencia y en mi aspecto físico: la preocupación, la pena, la culpa, ya han ido marcando en especial mi rostro. ¡Cada quien sabe el peso de su cruz! reza el dicho popular y en efecto yo y ustedes sabemos “qué piedritas traemos cada quien, en nuestro costal”
El caso que hoy les narraré, también involucra cuestiones morales y éticas; es un tema de los llamados “pantanosos” “resbaladizos” y sin duda creo que muy provocador. No me lo he propuesto pero…Adelante:
Él había estado recluido en prisión exactamente siete años, de los nueve que se le habían impuesto y ese día se le notificaría, que en las próximas veinticuatro horas recobraría su libertad, se iría de la pocilga que había sido su hogar en todo ese tiempo, gracias a la procedencia de un trámite promovido por su abogado consistente en un beneficio llamado ¡Libertad Preparatoria! En efecto, “El sentenciado había cubierto diversos requisitos…”. Sin embargo no pudo escuchar la tan esperada y ansiada noticia. ¿Por qué? ¿Qué sucedió? 
Lázaro, un fornido militar, norteño de aproximadamente treinta y cinco años de edad, y Un metro ochenta centímetros de estatura, se encontraba ese jueves de hace prácticamente siete años, siendo casi las veintitrés horas de aquel pesado día, esperando, a la altura de la estación del tren ligero “Xotepingo”, el autobús que lo llevaría a su domicilio. Era el mes de agosto, el tiempo era nublado, se avecinaba una tormenta de las llamadas eléctricas, no portaba ningún abrigo largo como los que acostumbraba usar Raskólnikof –el personaje dostoyevsquiano- por lo que ya experimentaba un ligero frío y su mirada solo observaba las estrellas que se confundían con los rayos de la tormenta. Cerca de él, a escasos dos metros, también se encontraban en espera de transporte dos tipos: uno con apariencia de veinte a veinticinco años y el otro, un adolescente que cualquiera ubicaría entre doce y quince años de edad, no por su físico, que aparentaba más, sino por el uniforme de secundaria técnica que portaba.   El autobús tardaba en llegar y Lázaro presentía que tendría que abordar un taxi para llegar a casa. De pronto, el menor de los sujetos se acercó a él y sin saludarlo le pidió un cigarrillo para la espera del transporte, Lázaro metió la mano derecha en la bolsa trasera de pantalón verde olivo, extrajo una cajetilla de cigarros “Raleigh”, la abrió y le extendió un cigarrillo al estudiante de secundaria y además tomó uno para él mismo, gesto al cual el joven correspondió encendiendo ambos cigarros con su encendedor color rojo.
-Ya tardó el autobús ¿verdad? –dijo el joven, dirigiéndose a Lázaro.
-Pues llevo casi media hora aquí y lo peor es que al parecer empieza a llover.-respondió Lázaro.
-Nosotros vamos por el rumbo de taxqueña.-seguía platicando el jovenzuelo- ¿Y tu qué rumbo llevas?
-Yo voy más adelante, por el rumbo de la Portales y creo que abordaré un taxi. -trató de finalizar la plática Lázaro.
-Oye ¿te importaría irnos juntos e invitarnos a tu casa? –dijo sorpresivamente el jovencito.
– Pero…¿a mi casa? –contestó sorprendido y titubeante Lázaro.
– Si, tenemos frío y yo no quiero, ni puedo llegar a la mía, pues siendo las diez de la noche me cierran la puerta. Entonces, si nos invitas, podríamos platicar un rato contigo y mañana nos iríamos temprano.
El adolescente no era feo ni mucho menos cacarizo, por lo que después de medio pensarlo, Lázaro y los dos jóvenes abordaron el primer taxi que pasó, para dirigirse a la Portales, los tres y el chofer en completo silencio. Veinte minutos después al llegar y bajar del auto, el joven mayor, hizo una pausa y dirigiéndose al estudiante, le dijo: “…Vas tú, yo mejor sigo caminado” Lázaro y el menor no dijeron nada, sólo el estudiante se encogió de hombros, por lo que enseguida, mientras el joven mayor se alejaba rápido pero sin dejar de voltear a mirarlos, ambos entraron dirigiéndose al fondo de lo que parecía una mediana vecindad; Lázaro abrió la última vivienda, pasaron y el anfitrión le dijo al joven:
-¡Pasa, ponte cómodo, esta es tu casa! Y…¿Cuál es tu nombre?
-Me llamo Tadeo, así solamente, Tadeo, no tengo apellidos –contestó el estudiante.
-¡Gustas ver una película, tomar un café, platicar o…! -dijo un poco nervioso Lázaro.
-Prefiero una cerveza, o lo que me ofrezcas con alcohol. –respondió Tadeo.
-Tengo brandy, solamente brandy –respondió Lázaro al tiempo que le mostraba una botella cerrada de “Torres X”.
Minutos después, con tres copas de brandy en las rocas al hilo, Tadeo más insinuante, se tocaba la bragueta y ante la mirada nerviosa de Lázaro, le inquirió directo y sin “decir agua va”:
-¡Tengo ganas de follar, follarme y follarte!
-Pero…no sé si deba. No quisiera problemas, tu eres un…-dijo Lázaro- pero ya no terminó la frase, pues Tadeo se ubicó a su lado derecho llevando su mano izquierda a la bragueta de Lázaro y la mano derecha de éste, a la suya propia.
No dijeron más, simplemente envueltos por el vino “Torres X” y el ánimo del divino Dionisos, hicieron y deshicieron de sus cuerpos lo que ambos deseaban, sin palabras, ni siquiera murmullos, las miradas entrecerradas, las bocas semiabiertas, sintiéndose en el universo, muy cerca del sol, hasta caer completamente desnudos, rendidos y soñando: Tadeo sintiéndose en el cielo o parte de el y Lázaro, sintiéndose envuelto por el fuego de la juventud, un fuego que venía o pertenecía al sol, fuego que ciertamente se lo habían dado, pero él sentía que lo había robado.
A la mañana siguiente, Lázaro despertó ante fuertes e insistentes toquidos en la puerta, No abrió, pero si se asomó discretamente por la ventana, observando a una señora regordeta, bajita de estatura, con paño en la cara y cubierta con un mandil azul cielo; también se escuchó la voz de una intrigosa vecina diciendo quedamente: “ Si, ahí vive, se llama Lázaro, vive solo, no es casado y es medio rarito…”. Prefirió no hacer ruido, sólo se dirigió a Tadeo, lo despertó sin hacer aspavientos, le indicó se vistiera y le informó lo que había oído y visto afuera de su vivienda. El joven se quedó pensativo y todavía desnudo, se dirigió a la ventana, se asomó pero ya no había nadie, no había nada y dijo: ¡Me voy, creo que era mi mamá…tal vez mi amigo de anoche le comentó algo…!
Al vestirse y retirarse Tadeo, Lázaro se quedó pensativo, ahora estaba más nervioso, se dirigió a sentarse en una silla grande y rústica, quiso tranquilizarse y tomó el único libro que tenía en un pequeño estante de madera, libro que desde siempre guardaba sin leer y cuyo contenido era una lectura sobre la mitología griega; sus dedos al azar encontraron el mito de Pandora, la mujer diseñada con lodo y provista de muchos poderes por parte de los dioses del Olimpo, pero en especial provista, por parte de Júpiter, de una caja que contenía todos los males, ordenándole ir con Prometeo, casarse con él y abrir la caja para castigarlo por robar fuego al sol; sin embargo Prometeo no cayó en la trampa de Pandora, la evitó, no así su hermano menor, Epimeteo, quien no sólo casó con Pandora, sino abrió la cajita y con ello permitió que escaparan todos los males habidos y por haber… Lázaro entrecerró los ojos, se aterró de imaginarse qué tipo de males se habían desatado, no quiso saber más, cerró fuertemente el libro y lo arrojó lejos de el, se dirigió a su cama individual observando el techo pintado de azul con pintura, que ya de vieja, se descarapelaba. Así se quedó, casi vuelto a dormir hasta que de pronto, otros fuertes toquidos en la puerta, lo volvieron a la realidad.
-Toc, Toc. Toc. –sonaba insistentemente la puerta de madera pintada color chocolate oscuro.
-¿Quién es? Interrogó Lázaro.
-Policía Judicial de Investigación, abra la puerta por favor. –se escuchó una voz afuera.
-Lázaro, consideró que al no estar Tadeo, podía y debía abrir. Así lo hizo.
    Dos hombres corpulentos, casi de su estatura, pidieron dejarlos pasar, él no se opuso, entraron, preguntándole por un joven estudiante, menor de edad de nombre Arturo:
-No conozco a ningún Arturo –dijo sintiéndose más tranquilo.
– La vecina de la primer vivienda nos informó que aquí entró ayer por la noche dicho joven.-dijo uno de ellos.
-Es un error, aquí solo estuvo un sobrino, pero ya se retiró.
-Entonces, ¿no tienes inconveniente de aclararlo en la Procuraduría, verdad?
-No, ustedes díganme y yo voy, además hoy descanso.-propuso Lázaro.
-No te preocupes, si es un error, lo aclaras y puedes regresar a tu casa a seguir descansando.
-Les pido me permitan bañarme y cambiarme rápidamente.
-No es necesario, no vas a una cita de amor ni de trabajo, además ahí no lo necesitarás… -dijo otro de ellos en un tono que a Lázaro le pareció sarcástico.
Al llegar a bordo de una patrulla a la Territorial de la Portales, situada en la calle Bretaña, Lázaro entró a las frías instalaciones de la Procuraduría, pero ahora sujeto de cada brazo por cada uno de los policías judiciales de investigación que ya se sentían con una doble estrellita en su frente; y al estar identificándose frente al Ministerio Público, éste, llamó a la señora Jacinta: 
-Pásele con su hijo por favor. –dijo el investigador.
    En cuestión de segundos Lázaro tenía ante si a Jacinta, la misma mujer del mandil azul cielo, que por la mañana había tocado a su puerta y posteriormente se había retirado, y junto a ella yacía cabizbajo…¡Tadeo!  Lázaro sintió cómo le temblaron las piernas, buscaba la mirada de Tadeo, pero éste, veía solo al suelo; En el cerebro de Lázaro pasaron como “película que se regresa”, imágenes de Pandora, imágenes de la caja, imágenes del fuego que Prometeo había robado al sol, de los males que salían incesantemente de aquella horrible caja y por ello no podía escuchar claramente la voz del investigador que dirigiéndose despectivamente a él le dijo:
-Tome asiento, si gusta puede hacer una llamada para que venga una persona de su confianza o un abogado, de lo contrario, aquí tenemos uno de oficio, le vamos a leer la acusación en su contra para que nos pueda rendir su declaración ministerial, pero le adelanto que el tipo de delito por el cual se le acusa, no alcanza fianza…
Lázaro abrió ampliamente sus ojos de susto y sorpresa y dirigiéndose al menor, le dijo:
-Tadeo, diles la verdad, diles que me abordaste, diles que me pediste, que consentiste, que a ti te atraen los adultos, diles, diles, diles que…no…me…acusen… -Así de quebradiza se volvió su voz para dirigirse al joven.
-En primer lugar, no le llame Tadeo, se llama Arturo y yo soy su madre, viejo sucio, viejo pederasta –dijo Jacinta ubicándose enfrente de Lázaro y señalándolo con su dedo índice de la mano diestra.
-Aquí hay un error, Tadeo, Arturo o como se llame, me abordó ayer junto con otra persona, en la estación Xotepingo, me pidieron de favor ir a mi casa pues era muy noche, llovía y hacía frío, llegando a mi domicilio la otra persona se retiró, solo pasó Tadeo o Arturo, bebimos tres copas y nos dormimos. ¡No es así Tadeo?
-Eso es falso.-dijo Tadeo Arturo, con voz quebradiza y sin sostener la mirada a Lázaro.
El agente del Ministerio Público, leyó la imputación a Lázaro, describiendo detalles, acerca de cómo supuestamente, “…Lázaro jaloneo al menor en la calle, por el rumbo de Tlalpan, lo subió forzosamente a un taxi, lo llevó a su domicilio, le hizo beber Brandy “Torres X”, presenciaron un video pornográfico y posteriormente, penetró analmente al muchacho…” En consecuencia usted está acusado de “Corrupción de menores”, de “violación” y lo que resulte, pues además al joven Arturo ya se le hicieron pruebas médicas y resultó con varios pliegues desgarrrados en el ano y aunque no hay residuos de semen, el menor afirma que usted usó un condón marca “Hermes”. Quiere declarar y responder a preguntas del Ministerio Público, aquí enfrente del Defensor de oficio o…
Lázaro por consejo del defensor, solo acertó a decir:
-“Me reservo mi derecho a declarar… no responderé a preguntas de usted…tal y como me permite el artículo 20 constitucional”
-Entonces, lo hará ante el juez, en vía de Declaración Preparatoria, por lo pronto aquí es todo, solo esperaremos la llegada de custodios que lo trasladarán al Reclusorio Norte, que hoy viernes está de turno.-dijo tajantemente el agente ministerial.
Lázaro fue llevado a una celda, lo despojaron de su reloj, su cinturón, las agujetas de sus botas y hasta de sus calcetines; ahí permaneció varias horas sin probar líquido ni bocado alguno. En punto de las 20:00 horas, se le ordenó salir de galeras, él todavía suplicó que no lo llevaran, que era un militar con expediente intachable, que les podría ofrecer algún dinero de sus ahorros, pero su traslado a prisión ya era inminente, en su desesperación se aferró a los barrotes de la galera y se golpeo con ellos la cabeza y sangró un poco. No podía creer lo que estaba viviendo y a su mente volvió de nuevo a visualizarse una pequeña caja abierta, de donde salían burlones, amenazantes y con la mirada fija en él, varios demonios. Se trataba de la caja de Pandora que alguien ¿o él? había abierto.
Estando en prisión, le fue asignado el anexo 7, dormitorio dos. Inventó a los otros prisioneros que se encontraba ahí por el delito de lesiones graves, “No vaya a ser la de malas” –pensaba-.  Posteriormente a seis meses, sin que la presunta víctima, Arturo (para él Tadeo) se presentara a ratificar la imputación directa contra él (finalmente eso fue lo de menos porque la acusación y las pruebas de cargo eran contundentes) fue sentenciado a 9 años con un mes de prisión por el delito de “Corrupción de menores” habida cuenta que la violación no fue acreditada pues Lázaro logró convencer al Juez de que el coito con el menor había sido con su consentimiento y no se había dado con violencia física ni moral; No así la corrupción de menores, pues estaba clarísimo –decía la Sentencia definitiva- que Lázaro se valió del brandy “Torres X”, al darle tres copas de beber al menor, para procurar y facilitar el coito anal con Arturo, conocido por él como Tadeo.
Lázaro se inconformó con la resolución, y en Apelación la Sentencia se modificó para reducirse…¡Un mes! Y quedar finalmente con 9 años de encierro.
También durante su estancia en la cárcel más poblada de la ciudad, Lázaro aprendió a convivir con sus compañeros, comenzó a trabajar en el taller se sastrería, tomó cursos de “auto ayuda”, logró finalizar su preparatoria, se volvió religioso como una forma de “salvar” su alma del aislamiento y el sufrimiento físico. La única persona que fue a visitarlo un par de ocasiones fue su hermano y él pasaba su tiempo libre reflexionando acerca del concepto “Paidofilia” (amor por un menor de edad). Se preguntaba: ¿Es válido? ¿Es legítimo? Y ¿Si el menor lo busca, lo pide, lo acepta? Una verdadera y tormentosa polémica se desataba en su conciencia, los pros y los contras de tal actuar.
Por otro lado, durante su cautiverio, Lázaro enfermó constantemente, su peso bajó notablemente, los dolores de cabeza se hicieron frecuentes, las gripas recurrentes y las diarreas no cesaban. como consecuencia de la comida echada a perder y a la baja de sus defensas. Dicen que los ojos son la ventana del alma y los de él se veían tristes, deprimidos, sus mejillas fueron ahondándose, haciendo ver sus pómulos más grandes, lo cual le hacía ver con una apariencia cadavérica, varias ronchas color violeta en la piel de sus piernas y brazos lo marcaban. Y lo que le faltaba: le fue notificado por el servicio médico carcelario, ser portador del Virus de Inmunodeficiencia Humana.
Al cabo de casi seis años, Lázaro conoció a un defensor particular muy asiduo a visitar el infierno carcelario; entablaron amistad a través de la cual, en los días de visita, se enfrascaban en largas discusiones acerca del significado del crimen, del castigo, la atracción sexual que puede sentir un menor por un adulto, la prisión, la culpa, el arrepentimiento, la justicia, la venganza etc. Discusiones que ciertamente hacían menos pesada la estancia de Lázaro en el calabozo del norte:
-El nombre de LÁZARO es bíblico, verdad. –pregunta el defensor al preso.
-Exactamente. Se refiere al hermano de Marta y María, quienes, amigas de Jesús, lo llaman pues su hermano agonizaba de una grave enfermedad, Jesús acude cuatro días después, pero Lázaro había fallecido. Las hermanas reprochan al nazareno su tardanza, pero él las increpa diciéndoles que necesitan creer, se dirigen a la tumba del difunto, Jesús reza, se encomienda a su padre y ordena al muerto “…LÁZARO, LEVÁNTATE, ANDA, SAL DE AHI…” el resucitado salió de su tumba envuelto en varios vendajes y desprendiendo un olor a putrefacción y volvió a la vida por, digamos, una segunda oportunidad. –dice Lázaro.
-¡Merecemos una segunda oportunidad? –pregunta el abogado.
-¡Si! -Asiente categóricamente el convicto.
-Ok, de acuerdo, Y entrando al tema, te diré que el juez nunca creyó tu versión acerca de que Tadeo te haya seducido. –afirmaba en forma de cuestionamiento el defensor.
-En cierta manera era obvio, hoy parece estar de moda la condena a toda relación entre un menor y un adulto, pese a existir casos en que es buscada y consentida por el primero. –trataba de justificarse Lázaro.
-Así es, recuerdo un caso muy sonado, acerca de una profesora embarazada por su alumno de catorce años y condenada a prisión. Y pese a ello, el menor esperó a que fuese liberada para, ya siendo adulto, casarse con ella ¡Un caso que yo califico de heroico! –dice el abogado.
– No sé cómo pude acceder a la petición de Tadeo, pero aquí en prisión, es difícil hablar del tema con los demás reclusos.
-Te diré Lázaro, que el tema de las relaciones sexuales, sean hetero, bi u homosexuales son todavía un tabú en pleno siglo XXI y en nuestra ciudad de México gobernada por un partido que más bien es una tentativa de izquierda; Precisamente por ello los legisladores olvidan o cierran los ojos para no hacer caso de algo que es un hecho: ¡hay menores seductores de adultos! Me consta. –afirma el defensor.
– Exactamente, Yo estoy convencido de que es muy diferente un adulto que abusa de su poder o su fuerza, para conseguir lo que un menor no le daría voluntariamente, a alguien que simplemente acepta dar satisfacción y satisfacerse de forma voluntaria con un mayor o menor de edad.- razona Lázaro-
-Otro punto es que la minoría de edad incluye dos cuestiones: Una, es que al menor se le niega decidir sobre su propio cuerpo. Y Dos, se le niega la conducción de su cuerpo social. En la primera se le niega tener relaciones sexuales con quien elija y en la segunda se le impide votar. –argumenta el leguleyo.
-Me sigo preguntando –dice Lázaro- ¿Se debe seguir castigando el sexo consentido entre un menor y un mayor de edad? ¿Tadeo no se convirtió en mi cómplice gozoso?
-Y sin embargo hoy por hoy, nuestros jueces dan un trato social parejo y añadiría que discriminatorio, a un violador que a cualquier acusado de sostener una relación sexual con un menor.
-¿Qué hacer?-pregunta Lázaro.
-Esa es la cuestión. ¿Qué hacer con la sexualidad activa y consentida de un menor con otro menor o con un  mayor? Yo diría: ¡Nada! Aunque no es sencillo pronunciar esa palabra: Nada.  –finaliza la platica el abogado.  
Más adelante discutieron la posibilidad de solicitar la revisión del expediente de Lázaro, sus actividades en la prisión, los beneficios contemplados en la ley, tales como una Remisión Parcial de la Pena o una Libertad Preparatoria:
-¿Sábes Lázaro? Comparto dos doctrinas criminológicas, Una es llamada “Abolicionismo Penal” y la otra es el “Derecho Penal Mínimo”
-¿Y eso qué es?
-Se trata de analizar el crimen de manera fría, sin la natural indignación, pero menos con ánimo de venganza. Estoy por salvaguardar los derechos de los presuntos culpables; no olvides que soy defensor, no soy Acusador y mucho  menos soy, ni me gustaría el papel de juez.
-Ya lo sé, pero a mi no me queda claro, lo único que puedo decirte, es que estoy en posibilidad de comportarme de otra manera. Independientemente de nuestras suposiciones, estoy convencido de que tuve mucha culpa, pero no mala fe, y eso me ha corroído el alma; asumo lo que me toca de responsabilidad. -dice Lázaro con las manos cubriendo su rostro.
-Vaya, creo que no tengo que darte mucha teoría. En efecto, el castigo también busca que el sentenciado reflexione, no es precisamente, en mi opinión, que al condenado se le destruya, sino más bien que se reconstruya, que vea sus acciones objetivamente, no de que su vida sea invivible, si pudiera caber el término. Solo así, tiene razón de ser el castigo.  Por ello creo que ha llegado el momento de proponer a la autoridad ejecutora una libertad preparatoria que en mi concepto, tienes merecida.
Al cabo de unos meses, del inicio del trámite, al defensor le fue notificada la procedencia del recurso judicial, Se ordenaba la inmediata y absoluta libertad de Lázaro y así se hicieron los trámites para hacerlo saber al director del penal.
Efectivamente, Lázaro tendría que LEVANTARSE de madrugada y salir por la puerta de ingreso. Por fin ¡Ser libre!
Precisamente el día de la notificación, siendo el mes de agosto, previa a su salida, la salud de Lázaro empeoró, la noche anterior estuvo sudando tanto que sus mugrientas cobijas estaban completamente mojadas, la fiebre no bajaba de los 40 grados, ¡Se estaba asando interiormente! El resultado fue que su corazón empezó a fallarle y no habiendo un adecuado tratamiento con antirretrovirales, terminó falleciendo, a las seis horas del día, por neumonía, enfermedad oportunista agravada por el virus de inmunodeficiencia adquirida.
Al llegar al reclusorio norte, siendo las diez de la mañana, luciendo su mejor traje azul marino y una corbata guinda, usada para las grandes ocasiones, y ya estando en los locutorios; el abogado envió a un estafeta a traer a Lázaro; el mensajero tardó más de la cuenta, solo para regresar con paso lento, observar detenidamente al defensor y enterarlo de la muerte de Lázaro.  El abogado, quien se encontraba fumando, primero abrió tamaños ojos, después los cerró, visualizó a su cliente y amigo detrás de la ventanilla y entabló imaginariamente un último dialogo a manera de despedida:

-¡No hay término que no se cumpla Lázaro! –dijo el defensor.
-Así es, ¡por fin libre! Y a rehacer mi vida –respondió eufórico Lázaro.
-Don Quijote le dice en un pasaje a Sancho, su fiel amigo y escudero: “Por la libertad, el honor y la honra, bien vale la pena dar la vida” y tú limpiaste tu honor, tu honra y obtuviste la libertad. –dice triunfante el defensor.
-¿Mi honor? ¿Mi honra? No lo sé exactamente, pero mi vida sin libertad no valía mucho, o tal vez no valía nada. –contesta cabizbajo el prisionero.
El defensor vuelve a la realidad, aspira, suspira y echa afuera de manera torpe y tosiendo el humo de un cigarrillo marca “raleigh” al tiempo que musitando dice para si, aunque imagina decirlo a Lázaro:
 
¡Levántate amigo, vete tranquilo, por fin eres libre!    
 
 
TEMA: CRIMEN Y CASTIGO.
POR: OSIRIS (el fernando, abogado defensor)
PARA: Todas las personas que no se dan por vencidas a pesar de saber que llevan la de perder. Y para aquellos que se mueren en la raya, de frente y con la mirada en alto.
FECHA: 16 DE MAYO DEL 2011. (fecha triste por ser otro cumpleaños.).”
 
*… PERO YO SI PARA CONTARLO*
 

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