Óptica Ciudadana: TARAHUMARAS, por José Luís Hernández Jiménez

Óptica Ciudadana
TARAHUMARAS
Por José Luís Hernández Jiménez

A propósito de la calamidad por la que pasan los tarahumaras, platica Hugo, un familiar, asombrado que, en Chihuahua, por prescripción médica, a un señor casi le cortan la pierna derecha, tenía gangrena. Casualmente un rarámuri lo miró, examinó y con una especie de pomada, frotó la parte herida, un día, otro y otro. La herida fue desapareciendo hasta curarse. Aquel hombre salvó la pierna.

Tercia en la plática Martha, otra familiar: “lo que me llama la atención de las mujeres tarahumaras, son sus vestimentas de muchos colores, brillantes, atractivos, como que se ufanan de usarlos, pues hasta para correr, los usan”. Después de algunos años de residir en aquella región, ambos y familia, deben emigrar hacia otros rumbos del país y en su partida, cargados de nostalgia, comentan parte de sus vivencias.

Lo que no contaron, pues tal vez no lo sepan, es que seguramente, aquella “pomada” estaba hecha de kikuli (peyote), una planta que se da en el norte del país, “milagrosa”, pues entre otros atributos, los chamanes (mal llamados curanderos por nosotros) tarahumaras la utilizan para curar muchos males “del cuerpo y del alma”, dicen. La función del chaman bueno (porque también hay malos) es lograr el equilibrio entre el cuerpo y el cosmos. Igual, quizá no se dieron cuenta, que las mujeres rarámuris, utilizan varios vestidos, uno bajo el otro, de varios colores. Tienen la certeza de que así homenajean el colorido de la vida. Y es un homenaje diario.

¡Cuántas cosas los chabochis (así llaman ellos a los blancos o mestizos) no sabemos de los rarámuris o tarahumaras!

Hace aproximadamente treinta años, cuando andaba “componiendo el mundo”, un servidor pasó por la Sierra Tarahumara. Di constancia periodística de la circunstancia social de los habitantes de esa región: marginación, pobreza, desnutrición, atraso material, etc. Antes, don Fernando Benítez, con más detalle, denunció lo que vio. Igual, don Alfonso Reyes además de informar lo mismo, homenajeó la cultura de los rarámuris.

Probablemente Álvaro Obregón vio la misma miseria pues trató de utilizar a los tarahumaras para combatir a Pancho Villa aunque fracasó en su intento por el carácter aguerrido y nómada de esa nación (todos los originarios de este país, deberían ser consideradas naciones y no etnias. Es mi pobre opinión) y en vez de ello usó a los yaquis en dicho propósito. Más antes don Carl Lunhotlz, un investigador danés, dio a conocer no sólo la miseria en que vivían los rarámuris, sino también que “son los mejores corredores del mundo”. Y más antes los jesuitas sabían muy bien de ellos y…

Y ahora – ¡hasta ahora1 – decenas y hasta centenas de años después, y eso gracias a la sequía mas intensa que ha habido en la región, los medios de comunicación, la clase política y gran parte de la sociedad ilustrada, asombrada, anonadada, perpleja, está descubriendo que ahí están los tarahumaras y que padecen miserias de todo tipo (a ver si un día descubren que también hay otras etnias). Bueno, más vale tarde que nunca.

Por cierto, estimados lectores (as), ¿saben qué significa rarámuri? Quiere decir “planta corredora”. Por eso, ellos mismos, conociendo lo buenos que son para correr, lo traducen como “los de los pies ligeros”. Lo de “tarahumara” es la forma castellanizada de aquella palabra.
Y sí que los rarámuris, desnutridos o no, son excelentes para correr. Pueden correr sin parar, subiendo y bajando montañas, descalzos o con “akakas” (guaraches), siempre con su koyera (cinta sobre la frente) unos doscientos kilómetros. Y mas aún, pateando una “rarajipari” (especie de pelota) nada ligera. Las mujeres también, aunque ellas corren empujando unos aros. Se la pasan corriendo. De hecho ellos consideran que la razón de su existencia, es correr. Quizá por ello, son muy delgados y altos, comparados con otras etnias nacionales.

Han participado – enviados por el gobierno federal o invitados – en el Maratón de las Olimpiadas. La primera vez, un grupo de ellos cruzó la meta, el kilómetro 42.195 en el sitio número trece. Entonces exclamaron: “¡…pero si apenas estamos calentando!”. La segunda ocasión, cruzaron la línea del mismo kilometraje, en el lugar diecisiete. Y lo hicieron maldiciendo a los organizadores pues dijeron haber sido obligados a correr con tenis. Y esos “artefactos”, lastimaron sus pies. La tercera ocasión sólo participaron mujeres tarahumaras, con todo y sus vestidos coloridos. Tampoco ganaron. Pero cruzaron la meta y siguieron de largo hasta que las detuvieron. Ellas pensaban que la carrera apenas empezaba. Luego se supo que el “gobernador” de los tarahumaras, había enviado una carta al Comité Olímpico Internacional, explicando “que no habían enviado hombres a la justa, porque dicha competencia (el Maratón) es tan breve que es para mujeres”.

Sí, los tarahumaras son diferentes. Son muy resistentes a las inclemencias del tiempo. Cuando uno los ve con las piernas casi desnudas en medio de temperaturas bajo cero, nunca hay que preguntarles si no tienen frío, porque enojados contestan: ”¿Y tú no tienes frío en tu cara?”. Por siglos han soportado carencias de todo tipo. Muchísimos de ellos viven en cuevas, en el fondo de barrancas. Su medio los ha hecho seminómadas. Habitan en sitios, para nosotros, inhóspitos. Las hambrunas son algo recurrente.

Al hombre blanco o mestizo, le llaman “chabochi”. Para ellos los chabochis son de lo peor, pues consideran que roba, engaña, acumula, despoja, invade, destruye el bosque, es ventajoso, no comparte, es injusto, es fariseo, es judas, es flojo, ambicioso, es irrespetuoso. Tienen un dicho: “Dios creó a los rarámuri. El diablo a los chabochi”.
Pero en la guerra contra los blancos y mestizos, perdieron. Entienden que, por eso, “los rarámuris quedaron condenados a ser pobres; mientras que los chabochis, fueron premiados a ser ricos”.

Aún así, sus “rezos” o plegarias, en sus festividades, generalmente bebiendo su tesquinado (aguardiente), están llenos de loas a la naturaleza, a la vida, a las plantas y animales, a sus esperanzas, a los torrentes del alma, a la felicidad, a sus alegrías, a sus anhelos de una vida mejor.

¿Hay que solidarizarse con ellos? Sí. Nunca es tarde. Aunque sospecho que ante una catástrofe climática mayor, los que van a sobrevivir serán ellos y no nosotros.

Notitas: Una.- Que los 25 millones de pesos que la PGR incautó en el aeropuerto de Toluca, son del gobierno de Veracruz. Y que los detenidos por portarlos, son colaboradores cercanos del C. Gobernador. Pero que dicha cantidad es para gastos de festividades como el carnaval. Lo curioso es que tal cantidad iba ¡en efectivo! ¡Qué necesidad, en esta era de transferencias electrónicas. Bien dice el dicho: “no hagas cosas buenas que parezcan malas”. Dos.- Que estamos invitados a la conferencia “Una Mirada a la Desigualdad entre Hombres y Mujeres”, a cargo de la Lic. Roxana Andrade Salazar. Es el martes 7 de febrero, a las 19 horas, en Concepción Béistegui 107 colonia del Valle, en México DF. Organiza: “Por el Cambio con Dignidad AC. Tres.- ¿Han pasado por el DF? Está atascado de propaganda electoral. Y eso que, a estas fechas, eso está prohibido por la ley. Cuatro.- Hablando de campañas, resulta que algunos de mis “ lectores (as)”, son precandidatos a algún puesto de representación popular: Roselia Barajas Olea, al Senado por Veracruz; Jorge Moscoso, también al Senado por Chiapas; Marco Eduardo Murueta, a la Cámara de Diputados por el Distrito Electoral 10 del DF; y Mario Domínguez Nava, a la Asamblea Legislativa del DF, por el Distrito 28. Todos por el lado izquierdo de la geometría político electoral. Cruzo los dedos para que ganen.

Hernandez.jimenez2010@hotmail.com
México D. F. a 30 de enero del 2012.

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