Óptica Ciudadana: DE JULIO ALEMAN A… por José Luís Hernández Jiménez

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Óptica Ciudadana
DE JULIO ALEMAN A…
Por José Luís Hernández Jiménez

En la pantalla de la televisión abierta – el sábado 11 de febrero –, como a las 23 horas, apareció un viejito, llorando. Dijeron que era el actor Julio Alemán, hablando de su azarosa su vida. Yo lo recordaba como el galán de todas las telenovelas. O en su papel del Tunco Maclovio, en su película del mismo nombre.

Pero hoy nada que ver con aquel. El tiempo no perdona ni a los galanes.
Puse atención a la entrevista y supe por qué lloraba: él estaba recordando que había matado a una persona, un delincuente que, con otros compinches, lo había asaltado en su propia casa, maniatando a su familia. O sea, fue en defensa propia pero, a Alemán, de sólo recordar el episodio, le daba por llorar.

Su relato me impresionó. Por experiencia propia, sé de lo que habla. Se me fue el sueño. Así que opté por revisar mis mensajes en correo electrónico. ¡Vaya sorpresa! Hallé un mensaje de doña Isabel Miranda de Wallace. Cita un artículo mío, en donde la menciono. Me felicita por mi “claridad y transparencia”. (Ningún alto dirigente de mi Partido ha dicho eso. Al contrario, ya les platicaré). Me comenta de cómo ha evolucionado su lucha, de personal, como cualquier ciudadana, a un esfuerzo político. Cuando escribe del asesinato de su hijo y de cómo logró, finalmente, que los maleantes fuesen atrapados, la imagino también llorando.

Así que al concluir mi labor, fui a dormir, pero inquieto. Tal vez me impresionaron los relatos que acababa de ver y leer. Quizá. Pero lo que siguió, al amanecer del día siguiente, me devolvió de golpe y porrazo a la cruel realidad.

Se los platico tal cual, palabras más, palabras menos. Y la verdad, no se lo deseo a nadie, pues como ustedes recordarán, el 12 de junio pasado sufrí una experiencia traumantizante y ahora…va el relato:

El domingo (12 de febrero), temprano, alguien tocó la puerta de mi departamento. Como fue insistente, me acerqué a ver quién era. Pregunté sin abrir. Miré por la mirilla. Era un individuo blanco, 1.75 m. de estatura, 30-35 años, parecía fornido.

“¿Señor José Luís?”, preguntó. Sí, le contesté.
Y se dio el “diálogo”, así, sin que yo abriera la puerta.
“Vengo a hablar con usted” – ¿De parte de quién?
“Vengo de la Delegación” – ¿Para qué asunto?
“De los papeles que ha metido” – No he metido ningún papel.
“¡Ábrame!” – No, disculpe, no son horas.
“¿Pues a qué horas son horas, si ya son las siete de la mañana?” – Mas tarde.
“Es que quiero hablar con Usted”. – Sí pero ahorita no puedo.
“Vengo de la Delegación” – ¿Pero qué asunto es?
“De los papeles que ha metido”. – No he metido ningún papel.
“Es de varios asuntos” – No tengo ningún asunto con la Delegación.
“Es sobre los departamentos de la Unidad” – No, no tenemos ningún asunto.
“Entonces ¿no va a abrir? – No, ahora no.
En este momento hizo como que se iba. ¿O eran dos? Llegó a la planta baja.
Pero volvió y volvió a tocar. El “diálogo” reinició:
“Entonces ¿no me va a abrir?” – No.
“Bueno para que sepas, vengo por lo del departamento G2-101” – ¿Qué hay?
“Es que no me avisaste, ni a mí, ni a mi mamá. Pero sabes qué, los tengo bien ubicados a ti y a tu hermano. Y esto no se va a quedar así.” – Claro que están avisados (le aclaré), desde hace dos años, incluso ustedes vinieron a verme y les expliqué. No tengo nada que ver, son ustedes los que no pagaron al Fonhapo. Donde deben arreglar es en dicha institución o en el juzgado.
“Qué juzgado ni que la chingada. Ábreme”. – No.

“Tú no sabes quién soy. ¿Quieres que abra tu chingada puerta? (En este momento se escucha como que corta cartucho de alguna arma. Yo no alcanzo a ver nada. Pero me retiro de la puerta, a un lado).
“Entonces ¿cuando te voy a ver? – Pues mañana en la tarde, en tu departamento.
“¡En el departamento, la chingada!” – …
“¡Nomás no me buscas y vengo y te parto tu madre, a ti y a tu hermano, al cabo los tengo bien ubicados!”.
“¡Me van a quitar el departamento (¿?) pero no te vas a ir limpio, te voy a quebrar1” – Yo a nadie le quito departamentos.
“¡La chingada!”.
Como a las 7:15 se retiró, ¡uff!

Al poco rato sonó el teléfono. Era la vecina de enfrente. Con voz temblorosa, doña Norma dijo: “Oiga don José Luís, llamamos a una patrulla. No tarda en llegar. Es que escuchamos que alguien le estaba gritando e insultando a usted. Mi marido se asomo por la mirilla y dijo que era un hombre alto, pero no le vio la cara. Pero si se dio cuenta que traía una pistola y como que iba a disparar pues apuntó a la chapa de su puerta. Pero, al parecer, no pudo o se arrepintió. La patrulla no debe tardar”.

Agradecí su gesto a doña Norma y le aclaré que esperaría a la patrulla. Ésta – de la base Faraón, del DF – llegó como a las 7:35 h. Como los policías no bajaban, fui a la calle a ver si venían por mi caso. Ambos oficiales me dijeron que sí. Entonces les narré lo sucedido. Anotaron en un papel y me lo dieron; era un número telefónico para cosas urgentes: 5445-1083.
De vuelta a casa, me abordó otra vecina, la de abajo, doña Marina, quien estaba por salir a trabajar. “Oiga, oí todo, que le gritaban y lo insultaban. Me asomé pero solo le ví las patas cuando volvió a subir. Me dio miedo”. Pues yo igual pero…por lo pronto ya está la denuncia respectiva.

Y entonces pienso en la violencia. No tiene razón de ser, pero ahí está. Aparece cuando menos lo esperamos. Reflexiono sobre el origen de la violencia recrudecida en México; sí, es la televisión y el mal quehacer de la generalidad de los políticos y empresarios encumbrados. De la Televisión pues ésta, como diría Mcluhan, atrapa nuestras conciencias y les hace ver que todo se vale para lograr todos los propósitos; menos el estado de derecho. Y los malos políticos y empresarios, pues se sienten y actúan a ojos vistas, como impunes ante todo, incluso ante la ley. Su mal ejemplo, cunde por doquier.

Y los platos rotos los pagamos todos, a diario, desde famosos como Julio Alemán o doña Isabel Miranda de Wallace, o anónimos como miles, incluido un servidor (que soy un mero representante vecinal), víctimas de delincuentes, que nada respetan. Afortunadamente, estimados cuatro o cinco lectores (as), tengo la conciencia tranquila, estoy sano, no tengo enemigos, aunque ahora ando con “un ojo al gato y otro al garabato” y…se los estoy platicando. Por ahora…

Notitas: Una.- Pues que el homenaje a Heberto Castillo, a cargo de la UVI, en Ixhuatlán de Madero, Veracruz, se pospone para los días 5 y 6 de marzo. Dos.- Víctor Manuel González Fuentes, otro de “mis cuatro o cinco lectores (as)”, me escribió airado, a propósito de mi anterior mamotreto (“Los Candidotes”) para decir: “No son cuatro sino cinco, las mujeres que han sido candidatas a la Presidencia de la República. Te faltó mencionar a Marcela Lombardo, por el viejo PPS” ¡ah! Tres.- Otras amables lectoras, Julisa Mejía Guardado y Estrella Vásquez Osorno, igual me recriminan: “¿Por qué me discriminas y no me mencionas en tu articulo, (dice cada una), si yo además de tu lectora, también soy aspirante a una Diputación por el Distrito Electoral 31 de Nezahualcoyotl, Edomex, en el caso de la primera, y por el Distrito 8 del DF, en el caso de la segunda”? ¡Qué carácter! ¡A ver si las fuerzas vivas de las auto denominadas “izquierdas”, permiten a los ocho aspirantes a un cargo de representación popular, que aquí he mencionado y que también son parte de mis lectores (as), pasar al siguiente nivel, o sea, ser candidatos! Cuatro.- ¡Feliz 14 de febrero!, ¿así se dice?

Correo electrónico: hernandez.jimenez2010@hotmail.com

México D. F. a 13 de febrero del 2012.

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