Recordando a Jorge Carpizo McGregor y su Plan Carpizo

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Recordando a Jorge Carpizo McGregor y su Plan Carpizo

Por Mario Ramírez Centeno

Estaba bien pesada esa flaquita chaparrita, de cara de muñeca barbie y cabellos largos azabaches. Se llamaba Elena Gallegos, era de la “base vecinal” que nos acompañaba durante los pocos días en que pudimos alargar la huelga estudiantil en 1987, cuando con muchos esfuerzos creamos el fantasma remolón que detuvo el “Plan Carpizo” en la UNAM.

Ese “fantasma” le llamamos Consejo Estudiantil Universitario – el CEU, ¿ya te acuerdas? -. El “Plan Carpizo” buscaba el aumento de cuotas y otras medidas neoliberales más para iniciar la privatización de la UNAM. Elena Gallegos me mojó el pantalón con su sangre, pero no por lo que tu mente calenturienta piensa, sino por la herida que le dejó una esquirla del petardo que arrojó uno de los porros de Carpizo, en las caderas adolescentes de Elena.

No estaba espantada pero sí le ardía, me dijo mientras yo me hacía el valiente cargando esa ricura hacia el estacionamiento y llevándola de urgencias a un hospital del IMSS, cercano al CCH Vallejo.

En México, cuando la gente muere o enloquece, se le perdonan sus deudas y sus pecados, por eso te perdonamos Jorge Carpizo Mcgregor, por querer privatizar la UNAM, cuando éramos estudiantes. Te perdonamos también por los hechos represivos durante la huelga estudiantil del CEU. Te perdonamos también por haberle mentido a la nación, que la “guerrilla en México”, no existía, antes de la operación del TLC y de mediatizar el levantamiento armado de los indios de Chiapas, cuando empezó a operar, mientras eras Secretario de Gobernación de Carlos Salinas de Gortari. También te perdonamos por acotar hasta el extremo la CNDH, que prácticamente nació muerta cuando fuíste el primer ombusman, como hombre mediatizador de sistema que éras.

Lo que no te perdonamos es la miopía por la que confundiste al Chapo Guzmán con el Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, al momento de explicarle a la Jerarquía Católica, al Vaticano y al pueblo de México del asesinato del Cardenal. Te hubieras puesto tus lentes porque por más que se les buscó parecido, nadie se los encontró, tu sí y según tú los narcos que llenaron de plomo al jerarca católico también. Pero como ahora estamos en la República Amorosa nos perdonamos casi todas sus deudas y pecados, y aunque sea nada más por semana santa, a todos los muertos y a todos los locos.

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