EEUU: Inquietante resurgir de milicias extremistas armadas

Prensa Latina, 22 de noviembre 2009.- Son millares, van bien armados, y tienen manía de guerra. En cualquier escenario serían individuos de sobra peligrosos, mucho más en Estados Unidos donde engrosan la llamada segunda oleada de las «milicias extremistas antigubernamentales».

Tras una década de haber virtualmente desaparecido del ojo público, estos grupos de derecha están resucitando en el norteño país atizados por extravagantes teorías conspirativas, cambios demográficos, y la figura de un presidente negro en la Casa Blanca.

Organizaciones de milicias norteamericanas se están expandiendo peligrosamente, una tendencia social que requiere toda la observación de Washington, alertó recientemente el codirector del foro independiente de derechos civiles Southern Poverty Law Center (SPLC), Mark Potok.

El experto recordó que tales grupos habían comenzado a coligarse a partir de 1990, y principalmente luego del atentado contra el edificio federal de Oklahoma, cuando murieron 168 personas.

De hecho, muchos entusiastas de estos movimientos calificaron a la explosión de 1995 en la ciudad de Oklahoma como un ataque simulado por la administración de William Clinton para ablandar al pueblo y poder decretar una legislación antiterrorista reforzada.

Pero en años subsiguientes las milicias fueron perdiendo fuerza en reclutamientos, acosadas por profecías catastróficas que no se cumplían y burlas de famosos comediantes en la televisión: David Letterman las comparó con «una mala película de Walt Disney».

Según el estudio de SPLC, actualmente el asunto no mueve a la risa y la presencia de estas asociaciones radicales se fortalece cada semana en regiones de Estados Unidos como el Medio Oeste, Noroeste Pacífico y bien en el Sur de la nación.

Videos de proselitismo están multiplicándose en Internet, y agencias federales como el Buró de Alcohol, Tabaco, y Armas de Fuego (ATF, por siglas en inglés) afirman que durante los últimos seis meses al menos 50 nuevos grupos fueron conformados.

No existe un censo exacto y muchas bandas se disuelven con la misma facilidad que se integraron, pero fuentes extraoficiales calculan que en el ámbito nacional permanecen activas entre 600 y 900 milicias u otros llamados grupos de odio, con miles de rostros apenas visibles.

De hecho, los actos de violencia imputados a asociaciones extremistas también están en expansión en Estados Unidos, y desde 1995 registros de la ATF anotaron un total de 75 complots terroristas abortados u otras conspiraciones medianamente logradas.

Desde mediados de 2008 una docena de sujetos con actitudes antigubernamentales, racistas, antisemitas, o integrantes de las milicias fueron formalmente acusados por crímenes de alto perfil, incluyendo asesinatos de seis oficiales del orden desde abril último.

Un hombre de Georgia «muy disgustado» con la investidura del presidente Barack Obama fue detenido por la policía cuando fabricaba una bomba radioactiva, y en Tennessee un ex marine se confabulada con dos skinheads (cabezas rapadas) para balear al Jefe de Estado.

Otro sujeto en Pittsburgh dijo que «odiaba a los judíos y las confiscaciones de armas», y mató a tres patrulleros en una misma jornada.

Cerca de Boston, un hombre blanco protestó por el «abuso y genocidio contra su raza» y le disparó en la cabeza a dos inmigrantes africanos.

En el Museo del Holocausto de Washington D.C un neo-nazi de 88 años decidió ultimar a un guardia de seguridad sin móviles explícitos.

Y más al sur, en el estado de Kansas, un médico pro aborto salía de su consulta, saludó a un transeúnte y recibió un balazo en el estómago.

En este último caso fue arrestado un partidario de los «ciudadanos soberanos», sociedad que esgrime la preeminencia aria sobre otras etnias, y asegura que los blancos estadounidenses deben obedecer un «edicto común originario» y no los dictados del gobierno.

De acuerdo con informes del SPLC y la ATF, la expansión de las milicias también se evidencia en la gran cantidad de conjuraciones frustradas por autoridades y armas decomisadas a estas agrupaciones seudo fascistas.

En marzo a un residente en la localidad de Spokane, Washington, le fue confiscado un arsenal que comprendía dos lanzacohetes, 54 granadas, 37 ametralladoras, ocho silenciadores de revólveres, un pesado alijo de explosivos, y docenas de proclamas «A Liquidar Federales».

Dos meses después, otro vecino de Washington fue acusado de ocultar un cargamento de armas ligeras, cuatro silenciadores, y dos pistolas artesanales de grueso calibre. Además en la casa se fotografiaron epígrafes que rezaban «Guerrero Cristiano por el NObama.»

Desde el año pasado la policía está prestando especial atención al crecimiento de las milicias extremistas, con el consecuente trasiego de armamentos, en estados como Nebraska, Iowa, Idaho, Ohio, y Florida, entre otros.

Ola de propaganda anárquica anti-Obama

A la par del resurgimiento va el impacto de la retórica antigubernamental, a veces con elementos de burdas exageraciones dirigidas a difundir alarmas entre la población.

Por Pensacola, en el llamado estado del sol, un agente federal retirado adoctrinó a un grupo de «patriotas» sobre la necesidad de formar milicias para combatir al gabinete de Obama, quien -dijo- «alistó 30 mil guillotinas en Atlanta y en breve declarará la ley marcial».

También en Georgia un autodenominado Gran Jurado Americano envío un ultimátum al primer mandatario afro estadounidense para que abandonara la mansión ejecutiva en dos semanas. Ese tribunal concluyó que el ex senador de Illinois había nacido en Kenya, y su Presidencia, por ende, era ilegal.

Un vocero de la milicia de Massachusetts, los Oath Keepers, fue entrevistado en la cadena CNN y subrayó que «en estos tiempos de peligro ellos se habían armado para defender a la Constitución y no a la Jefatura de Estado». Olvidó explicar como piensan concretar tal cosa.

En resumen, la reactivación de los grupos de odio y de derecha radical representa -a juicio de sociólogos- un ingrediente político de latente peligrosidad en Estados Unidos, y hasta la fecha de 2009 Washington no se pronunció oficialmente al respecto. Hace 15 años, también el Southern Poverty Law Center avisó a la entonces fiscal general Janet Reno acerca del reforzamiento del extremismo armado en el país, y consideró que esa tendencia era «un recipiente seguro para el desastre.»

Sólo medio año después de tal advertencia, los seguidores de las milicias Timothy McVeigh y Terry Nichols, ambos ciudadanos estadounidenses por nacimiento, accionaron el obturador de las bombas colocadas en el Alfred Murrah Federal Building, en Oklahoma City.

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La explosión segó 168 vidas, hirió a más 680 personas, dañó a 324 inmuebles en un radio urbano de seis bloques, incineró a 86 vehículos, y en total provocó pérdidas por 652 millones de dólares.

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