México: Homenaje al teórico social Tulio Morales

RELATO

EL INVIERNO DEL ÚLTIMO COMBATE

Por Zenaido Velázquez

(Fragmento)

Fabián preparó todo para hacer una réplica definitiva, contundente y bien merecida contra el viejo camarada Muhan. Como soberbio intelectual ha hurgado entre sesudos tomos ciento cuatro y ciento cinco de la Ciencia y el Poder, buscando la respuesta a la certeza de que Muhan se ha extraviado por una equivocación voluntarista en el asalto a la fortaleza del Olimpo de la libertad. Ha encontrado ya los epígrafes apropiados para la ocasión. Su ensayo incendiario comienza con estas frases:

Primer epígrafe, de Luis de Góngora y Argote:

“Amadores desdichados

que seguís milicia tal,

decidme qué buena guía

podeís de un ciego sacar”

Segundo epígrafe, de Fitón:

“Estudiar para saber

lo que ha de ser, ya es inútil

ciencia para mi; estudiar

lo que no ha de ser me incumbre,

oponiéndome a los hados,

porque de una vez apure

que si pude prevenirlos,

también atajarlos pude”.

Tercer epígrafe, de Joaquín Sabina:

“Qué poca es la luz de los faros

de quien sueña con la libertad”

Han pasado ya tres años y Fabián sigue estudiando el asunto, escribiendo borradores, cada vez más convencido de que tiene la llave de la Ciencia para burlarse de los dioses. Mientras tanto Muhan,

lejos de dar muestras de cansancio y reflexión, exacerbaba más su desenfrenada y loca carrera: invoca a los humanos desnudos aquí, los llama allá, y arenga a hombres y mujeres más allá. Fabián sólo mira el ir y venir de este frenesí que pasa y lo traspasa como un oropel de brigadistas.

¿De dónde brota en Muhan tanta vitalidad? Entrado en años actúa como un hombre jovial, entusiasta, imbatible. Hay algo extraño en la fuerza que irradia Muhan. ¿Será acaso el ajenjo, la ambrosía o su buena condición física? ¿Qué le confiere ese poder? Fabián continúa investigando, borrando y escribiendo a fondo sobre aquel misterio. Analizó “Praxis, revolución y socialismo”, de Petrovic, Gajo, et al, “Sobre el método marxista”, de Lowy, Michel y otros, “Filosofía de la praxis”, de Sánchez Vázquez, Adolfo, etc., para no dejar la menor duda de que Muhan padecía de una enfermedad hiperactiva que lo lanzaba al remolino de la movilización de los desnudos. Una vez que hubo reunido todo el material, seleccionó y puntualizó:

“I. La lucha de clases en los últimos treinta años.

II. El extravío de los socialistas después del socialismo real.

1,. La teoría en la academia y en el pueblo el pragmatismo.

2. Incapacidad de los socialistas para actualizar y concretar a Marx.

a) el caso de Muhan y el nuevo socialismo.

b) Adriano y el pueblo todopoderoso.

c) Manolo y la asamblea cívica del pueblo cívico.

3. Ninguna alternativa socialista de masas en un futuro inmediato.

a) reformismo y caudillismo burgueses rampantes.

4. ¿Cómo remontar el camino de la revolución de los trabajadores?

Fabián está firmemente convencido de que esta vez Muhan no escapará de la buena puntería de sus dardos, y por fin, conseguirá aquilatarlo, como a alguien a quien le sujetan los pies.

Por su parte, Muhan convoca ahora, cual flautista de Hamelin, a una gran concentración de sus discípulos en el Cerro del Mezquite. A la congregación acuden los niños de sentido más agudo, por lo que aquella se transfigura en una cena solamente. Pero Muhan persiste en el llamado sin tregua; vuelve a predicar una y otra vez, y las localidades vacías se van ocupando…luego desocupando, para de nuevo volver a ocuparse.

Cuando el brillante ensayo está a punto de comenzar a escribirse, Fabián cree tener ya el núcleo de sus ideas suficientemente ordenadas, y las expone así:

“De una manera metafísica, casi integrista,

se pretende, en el nuevo discurso, resolver

y acabar de una vez y para siempre, con

cualquier desviación futura en el proceso

revolucionario.

1. En la relación dirigente-masas, en este

discurso, se invoca a las masas, disminuyendo

el papel de los dirigentes. Y así se piensa que

esta lucha de contrarios queda saldada para

siempre.

2, Un partido obrero, o sea, una dirección

revolucionaria de las organizaciones de los

trabajadores se burocratizó y se apartó de las

masas, por lo que no pudo fundar el socialismo;

luego entonces, hay que prescindir de todo tipo

de partido o cualquier otra organización política

de los trabajadores. Así se entiende que se

soluciona el litigio de tajo para la posteridad:

si el conflicto, en el pasado, fue la organización

partidista –que no partido-, desembaracémonos

de toda organización similar.

2. De la correlación dialéctica entre centralismo

y democracia, eliminemos el centralismo y

quedémonos con la democracia. Viva la

organización sin cohesión ni dirección”.

Fabián está escribiendo las primeras líneas de este guión, cuando de pronto descubre a lo lejos una figura que se alza. Unos la miran como algo parecido a un caballero de triste figura, no alcanzan a distinguirla. Es la energía vital del hombre solo, que ha convertido su vida en ejemplo, de lucha de un revolucionario de verdad. Aquella persona es la misma que Luis del Arco vio en 1970, traspasando el umbral del “Café La Habana”. Se hace llamar desde entonces Tulio Morales.

SEMBLANZA DE TULIO.

Aunque aquella imagen vuelve a ser hoy, después de cuarenta años, la figura solitaria, no es menor su fuerza personal y moral seductora. Su sola presencia concita enconados debates:

Para unos, ensayistas alejados de la praxis de la revolución, es un pragmático que utiliza rescoldos de teoría socialista; para otros, es un intelectual porque no deja de citar frases retóricas en sus manifiestos, en tanto que su discurso es el trabajo de masas. Unos se cobijan a su sombra por la sabiduría que le da su vasta experiencia y su prestigio moral incorruptible; otros fingen que siguen sus orientaciones y consejos, mientras que, en su ámbito de acción de guían por la libre conveniencia. Unos quisieran tenerlo de escaparate, para que los demás vean la cara que tiene la congruencia revolucionaria que ellos no logran obtener en su política; otros, de plano, buscan en Tulio consuelo y justificación a su incapacidad para llevar una vida austera y consecuente con los principios proletarios que dicen sustentar. Y no falta quién se aventure a sospechar, diciendo que es un provocador. Todo esto es y no es Tulio, pero

¿QUIÉN ES TULIO EN REALIDAD?

“Lo que acostumbramos a apreciar principalmente en el

hombre es el valor y la belleza. Tanto lo uno como lo otro

se determinan en el hombre exclusivamente por su actitud

respecto a la perspectiva. El hombre que determina su

conducta por la más inmediata de las perspectivas –la

comida de hoy, precisamente la de hoy—es el hombre más

débil. Si le satisface tan sólo su propia perspectiva, aunque

lejana, puede parecer fuerte, pero no despierta en nosotros

la sensación de la belleza de la personalidad ni de su

auténtico valor. Cuanto más amplia es la colectividad cuyas

perspectivas son para el hombre perspectivas personales,

más elevado y más bello será el hombre”

(Makárenko)

Simple y felizmente un hombre que ha apostado todo a la lucha revolucionaria. Una persona que, tal vez, sea más sabia que científica, que tiene el incólume valor moral de caminar hoy entre el sucio terreno movedizo de la llamada política de izquierda, sin ensuciar su nombre con componendas, corrupción y traición. Este sólo hecho, en estos tiempos de camaleonismo electoral, de sinvergúenzismo parlamentario y de iscariotismo político, tiene un profundo significado.

Si Tulio está ahora solo, es decir, sin la Organización que lo elevó a la cumbre de la política marxista (“Socialismo obrero”), en ello, todos tenemos responsabilidad, porque, muchos nos resistimos ahora a la entrega y el compromiso que está exigiendo la situación política y social actual; nos negamos a abandonar, no ya toda, sino un tilín –como dice el poeta- de nuestra hoy vida privada; rechazamos la idea de privarnos de éste o aquel privilegio material que nos permite una vida cómoda. Y así llegamos a esta otra gran herencia y ejemplo que nos transmite Tulio: el proyecto de vida proletaria, contrapuesto diametralmente a aquel otro proyecto de vida burguesa y pequeñoburguesa con el que hoy día algunos no ven contradicción para hacer la revolución proletaria.

“El hombre es incapaz de vivir en el mundo

sin una perspectiva jubilosa por delante. El

verdadero estímulo de la vida humana es

la felicidad futura”.

(Makárenko)

Por último, Tulio ha sido siempre el gran animador de las personas incrédulas y poco sensibles en que a veces nos transformamos, incluso, quienes alguna vez, tuvimos conciencia de clase y un estilo de vida consecuente con ella. Definitivamente, no es posible emprender un proyecto si no se cree en él, si no es con entusiasmo: quién aborda la obra de la revolución no puede hacerlo más que con optimismo. Tulio es un optimista sin remedio; nadie como él cree en la revolución; ninguno está más convencido que Tulio acerca de que vivimos un “período prerevolucionario”, por ejemplo.

En resumen, el papel de un individuo en la historia, como es el de Tulio, merecerá más que un poema; en tanto que, la lucha revolucionaria hasta hoy también nos convoca a jóvenes y viejos al análisis y debate de la realidad objetiva mexicana que, vinculado a la organización y al proyecto socialista, nos dé aliento acerca de las tareas del período y las etapas de este proceso revolucionario.

¡REIVINDIQUEMOS A NUESTROS REVOLUCIONARIOS PROFESIONALES VIVOS!

¡NADA NI NADIE SERÁ OLVIDADO!

¡CUANDO UN PUEBLO HA PERDIDO TODO, LE QUEDAN LA FÉ EN SÍ MISMO Y EL DERECHO A REBELARSE!

¡VIVA EL SOCIALISMO!

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