Bin Laden en México? Por José Luis Hernández

BIN LADEN ¿EN MEXICO?
Por José Luís Hernández Jiménez
 
Estimados cuatro o cinco lectores (as), ahora que se han transmitido noticias sobre la ola libertaria del norte de África, apareció un personaje que,  cuando lo conocí (es un decir), allá por los años ochentas del siglo pasado, andaba lanzando bombas a los gringos, alemanes y similares, dizque para proteger a su pueblo. Ahora resulta que anda tirando bombas a su propio pueblo; espero que no sea para defender a los gringos y cia. El personaje es aún gobernante (desde hace 42 años) de Libia.
Tiene un nombre largo y una lista de títulos no nobiliarios pero algo parecidos a eso. Se llama Muammar Abu Minyar Al-Kaddafi. Sus títulos son: “Hermano Líder”, “Guía de la Gran Revolución del Primero de Septiembre del Partido Árabe Socialista del Gobierno de Masas del Pueblo Libio”, “Rey de Reyes”, “Imán de los Musulmanes”, y “Líder de los Líderes Árabes”. ¡Arroooz! (digo, con perdón de don MG).
Además escribió su “Libro Verde” – imagino que lo hizo copiando al camarada Mao quien tenia su “Libro Rojo” – en el que pregona ejercer la democracia directa y participativa, por medio de “Congresos Populares” y Comités Populares” y demás.
Pues bien, cuando al “arbano” Kaddafi le preguntaron, a quien consideraba como responsable de lo que sucedía en su país, respondió que el autor de los alborotos era nada menos y nada mas que ¡Osama Bin Laden!
Dicha acusación me hizo recordar la vez que, según uno de los chismes aparecidos en Wikileaks (chismes que nada aportan pues dicen lo que todo mundo sabe), Bin Laden intentó causar alboroto en nuestro México.
Resulta que luego del ataque a las Torres Gemelas de Nueva York, el líder de Al Qaeda mandó un escuadrón suicida a la Ciudad de México. Eran cuatro “arbanos”, entrenados, con maletas repletas de explosivos, enviados desde algún lugar de las montañas de Afganistán, vía las europas, por avión, hasta el mero DF.
Se trataba, se supo luego, de estrellar dos aviones, uno en la Catedral Metropolitana y el otro en la Basílica de Guadalupe. Los propósitos de los enviados eran dañar a un aliado importante de los EU y demostrar que Alá y Mahoma, son más poderosos que Jesucristo y la Virgen de Guadalupe.
¿Pero qué creen, estimados (as)? Al dirigirse a recoger sus equipajes, en el Aeropuerto de la Ciudad de México, sus maletas no aparecieron. Por un error del personal de la aerolínea nacional, las habían enviado a otro país. ¡Coraje mayúsculo!
Ni modo. Buscaron hospedarse en la gran ciudad mientras recuperaban sus cachivaches. Salieron del aeropuerto. Abordaron un taxi pidiendo ir a un gran hotel. El taxi, que resultó ser “pirata”, los anduvo “paseando”, durante tres horas, por toda la ciudad hasta que los terroristas, extrañados y desesperados pues no llegaban a ningún lado, exigieron bajarse. El taxista, haciéndose el enojado pues nada les entendía, les cobró 300 dólares por dejarlos… ¡en Nezahualcoyotl, en los límites con Iztapalapa!
Aún entumecidos de las piernas por el largo viaje, luego de caminar unas dos calles, por esa colonia que ni pavimento tenia, al dar vuelta en una calle, un grupo de adolescentes, armados con pistolas y cuchillos, los encaró. Los cuatro fueron sometidos. Los tiraron al suelo, los patearon y les llevaron a una casa de seguridad, con ojos y boca vendados con cinta canela. Les avisaron que estaban secuestrados. Como no se pudieron comunicar por la diferencia del lenguaje, los secuestradores optaron por robarles los dólares que les quedaban, relojes y hasta los zapatos. Y los soltaron.
Los terroristas no tuvieron otra que caminar y caminar, haciendo señas de cuando en cuando, esperando que alguien les diera un “aventón” hacia algún sitio civilizado. En eso una camioneta blanca, con letras verdes, se detuvo. El conductor intuyó que aquellos pobres requerían ayuda y los exhortó a subir atrás del vehículo.
Cuando llegaron cerca del centro de la ciudad, notaron que una multitud se venia sobre el vehículo. La gente gritaba obscenidades que en este espacio no puedo reproducir por temor a dañar los castos oídos de mis cuatro o cinco lectores (as). El caso es que los gritones detuvieron el automotor, a empujones bajaron al chofer, a sus ayudantes y a los terroristas. Los escupieron, golpearon, patearon y dañaron el vehículo. Al parecer los agresores eran trabajadores del SME y el vehiculo, chofer y ayudantes, eran trabajadores de la CFE.
Como pudieron, los cuatro enviados de Bin Laden corrieron sin rumbo fijo. Estaban heridos. Una ambulancia les dio alcance. Los subieron sangrando. No podían respirar. Creyéronse a salvo. Solo pedían que un médico los atendiera. Pero la ambulancia no avanzaba. Una manifestación, compuesta al parecer por gente de la APPO, Antorcha Campesina y los Panchos Villas, impedía el paso vehicular. Los camilleros optaron por bajar a los heridos y arribar caminado a la clínica más cercana.
En eso estaban cuando gente de una ONG (ahora les dicen OSC) se acercó. Como eran defensores de los derechos humanos, pusieron el grito en el cielo y reclamaron a los camilleros el estado en que se encontraban los terroristas. Como nada de lo que pronunciaban los golpeados, entendieron y nada traían en lo que sobraba de sus ropas, cayeron en la cuenta que se trataba de indocumentados. Morenos eran, debían ser de Centroamérica, razonaron los activistas. Los integrantes de la OSC decidieron hacerse cargo de ellos. Clandestinamente, los llevaron hasta Oaxaca en los linderos con Chiapas, a entregárselos al mero defensor de los indocumentados, el padre Alejandro Solalinde. Este, ni tardo ni perezoso, rápido como es, ordenó que les dieran agua, comida, ropa y que los subieran a “La Bestia”, como llaman al ferrocarril en el que viajan los indocumentados hacia el norte del país, rumbo a Estados Unidos. En el camino, fueron asaltados por sicarios de narcotraficantes. Ya no se supo de ellos.
Atando cabos uno piensa que es extraño que el “arbano” Kaddafi, casi exgobernante de Libia, haya dicho que el culpable de que le alboroten a sus fieles seguidores en su país, no sea el Tío Sam – quien con portaaviones a la vista, ya se relame los bigotes, por el petróleo de los libios – sino Bin Ladem. Ya que éste, con todo y sus terroristas, nada pudo hacer contra nuestro México lindo y querido. Y es que no contaba con nuestra astucia, ¿no creen?
Bueno, estimados (as) no se vayan a enojar. El relato arriba citado lo escuché en el radio de un taxista el martes pasado. ¿La estación? Una que le dicen La Gran Perrona.
Por lo pronto van dos Invitaciones: A la Conferencia: “Una Propuesta contra las Adicciones”. Ponente: Dr. Alfredo Rustrian Azamar (uno de los dirigentes del Movimiento Médico de 1964-65). Sitio: Calle concepción Beistegui 107, Colonia del Valle, a dos calles de Insurgentes, a la altura del Polyforum. En México DF. Fecha: martes 8 de marzo a las 19 horas, Organiza: “Por el Cambio con Dignidad” AC.
Y a un Retiro de Tai Chi Chuan, conducido por el Maestro Yang Jun, descendiente directo de la familia Yang. Es del 1 al 3 de abril, en México. Solo para interesados en lograr el equilibrio en su vida.
Oigan ¿se están ejercitando? (Por mi parte inicié mi preparación para mis dos retiros de artes marciales -Tai Chi Chuan y Kungfu – y el Medio Maratón del Día del Padre y el Maratón Internacional de la Ciudad de México). ¡Anímense, tiren la polilla!
A “Presunto culpable” película que retrata un cachito de la corrupción cotidiana que se vive en el sistema penal mexicano, en particular el del DF, le suspendieron su proyección cuando en el Metro la venden al por mayor en CD pirata. Están como don Obama que va a pedir a don Calderón que haya en México agentes gringos armados, cuando estos se mueven aquí como en su casa, desde el régimen del Tata Lázaro.      
Dicen que por el Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo, hay que cantarles “¡Mátalas!”, rola que canta un tal Alejandro Fernández.  (DF, a 2 de febrero del 2011).
     

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